El regreso del racismo

AutorYetlaneci Alcaraz

BERLÍN.- Los mensajes electrónicos y las cartas entregadas por el servicio postal denotan profundo odio y desprecio: "Qué pena que ya no exista el Tercer Reich para poder cortar tu cabeza tonta de cerdo"; "Pronto vas a ser quemado vivo y cada grito de dolor que des será celebrado"; "Cerdo, vete al infierno. Lárgate con tus negros"; "Disfruta el tiempo que todavía puedes vivir. Para ti, tu esposa, tus cinco hijos y seis nietos tenemos muchas opciones. Véanse como daños colaterales".

El receptor de tales mensajes es el político y parlamentario alemán Martin Pat-zelt, de la Unión Demócrata Cristiana. El motivo: querer predicar con el ejemplo y habilitar una de las habitaciones de su casa en la pequeña población de Briesen, Brandenburgo, para alojar a dos refugiados de Eritrea, perseguidos por el régimen totalitario de su país.

Tal acción, junto al llamado público de Patzelt, el año pasado, para que correligionarios de su bancada en el Parlamento alemán y ciudadanos en general abrieran las puertas de sus hogares con el propósito de hacer frente a la enorme demanda para albergar a los miles de refugiados llegados cada día a Alemania, despertó la ira de muchos que de manera anónima le enviaron al político no sólo cartas ofensivas, sino amenazas de muerte.

El de Patzelt está lejos de ser un caso aislado. En lo que va de este año Alemania ha dejado ver, como hace mucho tiempo no lo hacía, su cara de odio y rechazo hacia los refugiados extranjeros y hacia quienes, solidarios, se comprometen con la causa.

La ignorancia, el miedo a perder un estado de bienestar que creen amenazado por la presencia de extranjeros, el escaso o nulo contacto con culturas distintas, pero también sentimientos racistas han añorado en un sector de la población alemana durante el último año, ante la avalancha de refugiados que buscan una mejor vida en Europa.

Y es que, como nunca antes, las solicitudes de asilo de desplazados que huyen de la guerra en Medio Oriente así como de la pobreza en África y el este europeo se han disparado. En la primera mitad de este año la cifra ascendió a 179 mil solicitudes y, estiman las autoridades alemanas, a fin de año podría alcanzar 400 mil.

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