Regulación del comercio sexual

AutorMarta Lamas

El debate acerca del comercio sexual no puede desvincularse del contexto de la sobrevivencia económica. Para la filósofa Martha Nussbaum el problema no radica en que las mujeres con muchas opciones elijan el trabajo sexual, sino en que las de los sectores pobres no tengan otra alternativa económica. En ese sentido, mientras no existan opciones verdaderamente equiparables al ingreso que se logra en el trabajo sexual, lo que hay que hacer es regularlo y respetar los derechos laborales de quienes dan los servicios. Hay que recordar que hace cinco años, en nuestra ciudad, una juez federal ordenó a la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo del entonces Distrito Federal otorgar a las personas que trabajan en el comercio sexual callejero la licencia de trabajadores no asalariados. Esta resolución judicial fue la culminación de una larga lucha de un grupo de trabajadoras/es sexuales independientes que hoy persisten en defender sus derechos.

Ya Amnistía Internacional se pronunció sobre la necesidad de despenalizar el comercio sexual para defender los derechos humanos de las y los trabajadores sexuales. Amnistía aprueba todos los aspectos del sexo consentido entre adultos, que no incluyan coerción, explotación o abuso, al tiempo que condena enérgicamente todas las formas de trata de personas, incluida la sexual. Sin embargo, hay personas que siguen afirmando que la regulación del comercio sexual siempre es violencia hacia las mujeres y conduce siempre a la trata. No hay estudios ni indicios serios que sugieran que la regulación da lugar a un aumento de la trata, y la experiencia de Holanda, Alemania y otros países lo confirma.

Hablar de todas las trabajadoras sexuales como víctimas que deben ser salvadas confunde la situación de las mujeres que optan por vender servicios sexuales por razones económicas y de flexibilidad horaria con las que son obligadas a tener sexo a través de engaños, amenazas o violencia. Existe una gran variedad de situaciones en las que se encuentran las trabajadoras sexuales, con distintos niveles de decisión personal y de ganancia económica. El oficio tiene compensaciones y riesgos, y lo que existe, más que un claro contraste entre trabajo libre y trabajo forzado, es un continuum de relativa libertad y relativa coerción. Sin embargo, muchísimas mujeres realizan una fría valoración del...

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