Las rejas cambian, no matan

Los 100 tatuajes en su cuerpo lo acompañan, lo identifican, son su fiel compañía como alguna vez lo fue la pandilla de la que formaba parte.

Para Gabriel Rodríguez, alias "El Tepa", su grupo de amigos fue el escondite de la sociedad en la adolescencia y el primer acercamiento a un mundo lleno de emociones, pero también de errores, de arrepentimientos.

Desde el Reclusorio Preventivo ubicado en el complejo penitenciario de Puente Grande, "El Tepa" reflexiona sobre su pasado y el futuro. Todo llegará a su fin, así sucederá con los cinco años de condena que le faltan para cumplir los 11 de su pena por homicidio y posesión de enervantes.

Las drogas en las pandillas son la base de su constitución. El resistol, el thiner, la mariguana y la cocaína mueven a las bandas de la ciudad. Aunque existen aquéllas que "utilizan" la adrenalina como la droga que motiva su acción, explica "El Tepa". Las menos buscan nada más la emoción de robar y de ser perseguidos por la Policía.

"Lo que se obtiene no importa", interrumpe el "El Benjas", "tratan de sentirse superiores a los demás, es todo".

Sin embargo, el tonsol y el chemo es lo que sirve a los 14 años, es la forma de entrar a la pandilla, a la hermandad en que puede convertirse este grupo.

No hay cuotas para entrar ni pagos por mantenerse. "Nada más a lo que uno está obligado es a rolar (droga) si uno trae", dice "El Benjas", quien perteneció a la banda de Las Piedras, en la zona de Oblatos.

Aunque pocos sepan en el reclusorio, el verdadero nombre de "El Benjas" es Benjamín Jaques, quien en noviembre de 1999 fue arrestado por policías de Tlaquepaque cuando intentaba robarse un rifle R-15 que pertenecía a la corporación. Esta es la quinta ocasión en que "El Benjas" está preso.

Aquí adentro no se...

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