Rembrandtología

AutorFabrizio Mejía Madrid
  1. Este año, los museos europeos trataron de establecer una competencia entre Leonardo da Vinci, por el medio milenio de su muerte, y la de Rembrandt Van Rijn, hace 350 años: ¿Quién es más "genial"? Por supuesto no son comparables y ya. Desde inicios de este 2019, The Guardian se preguntaba con sorna si un "Código Rembrandt" hubiera tenido éxito de ventas. Lo que hace a la pregunta ociosa es que precisamente es Rembrandt el que huye de ese título de "genio" que lamentablemente nos legaron los románticos: la idea del artista como un extraterrestre que sigue su inspiración, que no negocia con las reglas de su entorno, que hace algo extrahumano, original, "adelantado a su tiempo". Ese Rembrandt es una invención de su público del siglo XIX que mira en sus autorretratos a un joven de cabello largo, sin ninguna preferencia religiosa que se sepa, instalado en lugar de un Dios secular que crea obras de la nada.

  2. En el siglo de Rembrandt, el XVII, sólo en los Países Bajos se hicieron 5 millones de pinturas. Sus creadores trabajaban en estudios gremiales -San Lucas- como los que tenían los herreros, carpinteros, vidrieros, los que hacían ar-neses para caballos, con aprendices cuyos registros y contratos de cuatro años estaban regulados por las autoridades de las ciudades. Rembrandt pintó esos talleres repletos de trabajadores de los colores, lienzos, marcos, y en 1629 se retrata a sí mismo solo y pequeño ante su caballete, de espaldas. En esa pintura lo que atrapa la mirada son las pobres condiciones de la pared resquebrajada y la humedad en la esquina. No hay nada "genial" o grandilocuente en esos autorretratos, salvo el manejo de la luz, de las transiciones entre sombras, precisamente del "arte como destreza manual al servicio de la ilusión", como se definió gremialmen-te a la pintura.

  3. La imagen ilusoria del espacio en un lienzo plano se llama en holandés "ver-maak", literalmente, "entretenimiento". Para lograr el engaño se contaba tan sólo con 15 colores que se vertían en vejigas de cerdo para exprimirlas sobre la paleta. Los colores caducaban con facilidad. La idea del tubo de color es también del siglo XIX y, por lo tanto, el abandono del taller por parte del pintor para ir a recrear el paisaje. La escuela holandesa es, por ello, de interiores, retratos, la luz entrando por una ventana.

  4. La gran cantidad de pinturas creada en el siglo XVII en Holanda produjo muy gradualmente un grupo de "conocedores" y "amantes del arte" que visitaban los...

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