El reparto de Siria

AutorAndrés Mourenza

ESTAMBUL.- Cuando el Estado Islámico (EI) está prácticamente derrotado en Siria, las principales potencias implicadas en la guerra civil de ese país refuerzan el control de sus áreas de influencia.

"Esto es una carrera por el territorio: la lucha ya no es por toda Siria, sino por dónde se dibujarán las líneas divisorias", escribió en noviembre pasado Alexander Bick, director del Centro de Estudios Globales Henry Kissinger de la Universidad Johns Hopkins.

El pasado octubre, fuerzas kurdas con apoyo estadunidense despojaron al EI de su bastión en Raqa, capital del califato yi-hadista proclamado en 2014. A partir de entonces la presencia del grupo ha quedado circunscrita a pequeñas bolsas de resistencia.

Al mismo tiempo, el ejército leal al presidente Bashar al-Asad consolidó su dominio en la franja costera y en las principales ciudades del país: Damasco, Ale-po, Hama y Homs, con lo que muchos dan por descontada su victoria en la contienda, que el próximo marzo cumplirá siete años, echando por tierra las esperanzas de la oposición que en 2011 se levantó contra un régimen que desde 1963 ha dominado el país con mano de hierro.

Pero declarar la victoria militar no implica el regreso a la normalidad. Más de 5.5 millones de habitantes se fueron del país y otros 6.1 millones están desplazados dentro del mismo; es decir que desde 2011 más de la mitad de los sirios se han visto obligados a huir de sus hogares. Y una simple mirada a un mapa de la Siria actual muestra retazos de territorios controlados por diversas milicias, con sus respectivos amos exteriores e intereses dispares.

Por ejemplo, el norte del país está ampliamente en manos de milicias kurdas que exigen una constitución federal para la Siria de posguerra.

Pero, fuera de los kurdos, la inmensa mayoría de los ciudadanos sirios se oponen a un sistema federal "por miedo a la partición", según reveló hace dos años una encuesta de la organización siria The Day After.

Tampoco las potencias involucradas en el conflicto -Rusia, Estados Unidos, Turquía, Irán- desean una división de Siria, pero sus políticas de apoyo a un grupo étnico o religioso en concreto están llevando a esa partición defacto.

Los ciudadanos sirios cuentan cada vez menos en las mesas en las que se decide el futuro de su país. Una anécdota referida en la cadena de televisión Al Jazee-ra por Assaad al-Achi, director de la ONG Baytna Syria, ejemplifica bien esta situación: en las invitaciones a la Conferencia para el Diálogo Nacional Sirio se pedía a los participantes que confirmaran su asistencia en inglés o ruso, y no en árabe o kurdo, las dos principales lenguas de Siria.

"Esto difícilmente da la impresión de que los sirios controlan el modo en que se da forma al futuro de su país", lamenta Al-Achi.

Rusia, nuevo árbitro

Dicha conferencia tuvo lugar en la ciudad rusa de Sochi los pasados 29 y 30 de enero. Como se temía y como ha venido ocurriendo con otras rondas de negociaciones, el encuentro fue un fiasco, si bien se pactó la creación de un comité de 150 representantes para la redacción de una nueva constitución.

"Estados Unidos aceptó que Rusia sea la que trabaje en...

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