Reporte especial/Naranjo

De Julio Scherer es precisamente este texto con el que despedimos al gran artista que nos acompañó en los tiempos del antiguo Excélsior y durante las primeras cuatro décadas del semanario que fue su casa:

Rogelio Naranjo me hizo partícipe de enseñanzas que, a la hora de ajustar cuentas, no sabría cómo pagarle. Su trabajo me llevó a Palacio y ahí contemplé políticos despreciables. La dureza hasta el crimen de Díaz Ordaz no tuvo límite, ni la doblez de Echeverría ni la frivolidad de López Portillo. Tampoco la pretenciosa mediocridad de Miguel de la Madrid ni los descaros y el remate de la dignidad presidencial, gala de Salinas de Gortari, ni el liderazgo fantasmal de Ernesto Zedillo.

La introversión armó a Rogelio Naranjo, hombre de batallas en la soledad. Espíritu libre, caricaturista...

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