La resistencia moral

AutorJavier Sicilia

La comunidad mormona de los LeBarón -fundada por Alma Dreyer LeBarón en 1924, en las montañas de Chihuahua, a 13 kilómetros de la cabecera municipal de Galeana y a 300 de la capital del estado-, es un referente de la grandeza de la vida autárquica y comunitaria. Lo es también de la dignidad y la resistencia moral.

En 2008, ante la negativa de someterse a los designios del crimen organizado y de sus vínculos con autoridades del estado, los LeBarón se pusieron en estado de defensa.

En represalia, el 2 de mayo de 2009 los criminales secuestraron a uno de sus miembros, Erick, de 16 años, por el que pidieron 1 millón de dólares. No eran los primeros en sufrir esos crímenes. Pero fueron los primeros en decir "no". Encabezados por Benjamín LeBarón se negaron a pagar el rescate, tomaron la plaza del municipio, exigieron a las autoridades hacer su trabajo y lograron que los captores devolvieran a Erick.

Poco tiempo después Benjamín puso a la comunidad en estado de autodefensa y creó la Sociedad Organizada Segura (SOS). El 12 de junio el Ejército detuvo a 25 de los secuestradores en Nicolás Bravo, municipio de Madera, camuflados de soldados.

En respuesta, la madrugada del 8 de julio, 20 hombres vestidos de militares entraron brutalmente en casa de Benjamín, lo golpearon, lo torturaron, vejaron a su mujer delante de sus cinco hijos y finalmente se lo llevaron, junto con su cuñado, Luis Widmar Stubbs, que salió en su auxilio. Los asesinaron a 50 kilómetros de su casa. A la entrada de la comunidad, los criminales dejaron una manta: "Para los LeBarón que no creen, para que ahora sí crean. Va como venganza por los 25 jóvenes levantados".

Yo seguí aquella lucha en la prensa con indignación, asombro y admiración. Allí, en esa comunidad en el norte del país, estaban expresadas de otra manera las posiciones de las comunidades zapatistas del sureste del país.

A raíz del asesinato de mi hijo Juan Francisco y de seis de sus amigos, en marzo de 2011, en Morelos, en el momento en que iniciábamos el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), llegó Julián LeBarón, quien a raíz del asesinato de Benjamín lo había sustituido en su liderazgo.

Yo me encontraba colocando en una de los columnas del Palacio de Gobierno placas con los nombres de mi hijo y de sus seis amigos, cuando sentí su pesada mano sobre mi hombro y una palabra seca, fuerte, perentoria, como el habla de los LeBarón: "Ve por tu pluma; déjame esto a mí".

A partir de ese día Julián tomó su lugar...

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