Cuando respirar se vuelve peligroso

AutorVíctor M. Olazábal

NUEVA DELHI.- A finales de septiembre el monzón empieza a dar sus últimos coletazos en el norte de la India. Se despiden las lluvias, las nubes y los cielos azules, que no volverán en al menos ocho meses. Es entonces cuando los residentes de esta ciudad inician, casi sin darse cuenta, una rutina en sus vidas marcada por la toxicidad del aire, la que los obliga a cambiar sus hábitos: nuevos horarios, nuevas medidas de protección corporal, nuevas restricciones, nuevas precauciones...

Son cambios que los habitantes de la capital india van asimilando para sufrir menos el daño de un aire nocivo para los pulmones que irá empeorando conforme se acerque el invierno y que actualmente se encuentra en niveles alarmantes. Vivir en Nueva Delhi es vivir en la capital más contaminada del mundo.

Para medir la contaminación del aire hay que analizar la concentración de partículas en suspensión 2.5 (partículas de menos de 2.5 micras, conocidas como PM 2.5) por cada metro cúbico. Además de ser altamente tóxicas, son diminutas, lo que facilita su entrada en el sistema respiratorio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el máximo aceptable es de 25 partículas por cada metro cúbico. India eleva ese punto de seguridad a 60.

Y ambas cifras están muy lejos de las cotidianas 600-700 que se alcanzan en Nueva Delhi durante estos meses. A partir de 300, según la OMS, el aire deja atrás los niveles "insalubre" y "muy insalubre" y se convierte en "peligroso". En las últimas semanas -como viene siendo habitual por estas fechas- se han sobrepasado las mil PM 2.5. Respirar en esta ciudad, aseguran los expertos, equivale a fumar 40 cigarros al día.

El pasado martes 11, la calidad del aire en el centro de la Ciudad de México fue de 149 PM 2.5. Al mismo tiempo, en la capital india la cifra llegó a 467; y si nos remontamos a las últimas 24 horas, las máximas han llegado a 566. Un nivel "peligroso".

Cuando el aire que se respira es considerado peligroso, vivir en esta ciudad se convierte en una experiencia de riesgo. El panorama en la principal ciudad india, hogar de 20 millones de habitantes, es desolador.

Cubierta por una bruma permanente, Nueva Delhi se vuelve una ciudad fantasma, de un aspecto posapocalíptico. La visibilidad se reduce drásticamente: los edificios y monumentos se borran por la niebla. Los peatones pasan a ser figuras difusas que caminan entre capas de polución. Algunos vehículos sólo se ven cuando llevan las luces encendidas. El gris lo...

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