Retos de la política exterior en 2019

AutorOlga Pellicer

No existen buenas condiciones para enfrentar ambos problemas. La gran intuición política de AMLO no incluye una visión clara de las limitaciones que ponen a México su posición geopolítica, la vinculación estrecha con la economía de Estados Unidos y su vulnerabilidad como túnel que conecta el "sueño americano" con una región de gobiernos inestables, pauperización y niveles de violencia que se encuentran entre los más altos del mundo.

La responsabilidad de responder a esos retos descansa en el canciller Marcelo Ebrard, hombre de experiencia política, formado en cuestiones internacionales y figura fuerte dentro de la variopinta organización que, hasta el día de hoy, es Morena. A él le corresponde construir su base de poder interna y, al mismo tiempo, seguir directivas simplistas que deberá interpretar con habilidad y gran imaginación. No es tarea fácil, porque la reorganización administrativa que se está llevando a cabo limita campos de acción tan inescapables como mantener el salario de miembros del Servicio Exterior Mexicano (SEM) en esta época, cuando la austeridad se impone de forma indiscriminada como parte esencial de la transformación que encabeza AMLO.

Esos problemas de índole puramente burocrática estrechan, sin embargo, las posibilidades de diseñar una verdadera estrategia de política exterior. Se trata por lo pronto de resistir presiones de Trump, enfrentar el reto de la migración centroamericana y ganar tiempo para lanzar desde la Cancillería un proyecto de política exterior más elaborado.

Éste debe contener al menos tres objetivos: un diálogo con Estados Unidos que, tomando en cuenta la pluralidad de intereses favorables a nuestro país al interior mismo de aquella nación, pueda defender posiciones de México, conceder lo indispensable y mantener cordialidad con el jefe del Ejecutivo, una de las personalidades más imprevisibles y difíciles de la diplomacia mundial.

En segundo lugar, el manejo de la migración centroamericana, que requiere de la coordinación con otras agencias del gobierno como Gobernación, Sedena y Seguridad; gobiernos locales que se ven afectados por migraciones que no son siempre bienvenidas; y por último, aunque no de menor importancia, comunicación acertada con la población, cuyas tendencias hacia la xenofobia se atizan fácilmente.

Finalmente, no se puede descuidar la evolución de las relaciones hemisféricas que, particularmente con el giro a la derecha de Brasil, colocan a México en una situación de aislamiento...

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