Retropopulismo y extravagancia

AutorRoger Bartra

Quiero explorar respuestas a estas preguntas. Una primera peculiaridad que salta a la vista es la actitud restauradora de López Obrador, que mira más hacia el pasado que hacia el futuro. Estamos ante un peculiar retropopulismo. Quiere renovar un antiguo régimen. Quiere regenerar supuestas bondades de un orden previo al pecado neoliberal. Su proyecto no fue viable hasta que el partido del antiguo régimen, el PRI, le abrió el camino hacia la Presidencia, en un curioso acto suicida. El viejo partido del nacionalismo revolucionario institucional dirigió flujos de votantes hacia López Obrador y con una maniobra corrupta, usando a la Procuraduría General de la República, debilitó a su rival, Ricardo Anaya. López Obrador ganó gracias al defectuoso y corrupto gobierno del PRI y a la inducción de votos priistas hacia Morena. El PRI logró derrotar ampliamente a López Obrador en las elecciones presidenciales de 2012, pero convirtió su triunfo en una alternativa fallida que acabó inclinándose por abrirle las compuertas al populismo.

Para llegar a la Presidencia, López Obrador, que ya era un populista conservador desde hacía años, dio un giro espectacular más a la derecha para que no quedaran dudas sobre su decisión de abandonar los terrenos de la izquierda. Hizo evidentes sus intenciones restauradoras y su inclinación por la austeridad y los recortes. A varias medidas francamente reaccionarias de su programa, una vez que llegó a la Presidencia agregó sorpresivamente las decisiones de legalizar las funciones policiacas del Ejército, creando la Guardia Nacional, y de perseguir a los migrantes centroamericanos, al aceptar vergonzosamente las órdenes del otro populista reaccionario que gobierna al otro lado de la frontera. Todo ello acompañado de la resurrección de una política populista de subsidios y subvenciones como hacía el viejo PRI. En resumen: retropopulismo.

Cualquier economista sensato de izquierda sabe, como lo ha mostrado Tho-mas Piketty, que, tanto en términos de justicia como de eficacia, la peor manera de reducir la deuda pública consiste en una prolongada austeridad. Esta opción es la que ha escogido López Obrador, con su obsesión por los recortes. Es la señal inequívoca de una política económica de derecha neoliberal. Pero el suyo es un neoliberalismo raro, alérgico al capitalismo moderno que prefiere formas de acumulación de capital primitivas. Los populistas de izquierda en Europa, como Syriza y Podemos, ven con horror la política de...

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