La revolución de los sin corbata

AutorAndrés Mourenza

ATENAS.- Todo proceso de cambio lleva aparejados símbolos. En algunos casos, la ausencia de ellos. El nuevo primer ministro de Grecia, el izquierdista Alexis Tsipras, por ejemplo, no lleva corbata.

-¿Cuándo se la pondrá? -le preguntó un periodista la víspera de su elección.

-Cuando consiga una condonación de parte de la deuda -contestó.

En los comicios del 25 de enero, 36.3% de los electores votó por la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), lo que le reportó a esa fuerza política 149 de los 300 escaños con que cuenta el Parlamento griego. Los electores llevaban así al poder a Tsipras, a quien le bastó una semana al frente del país para dar muestra de que será un gobernante, cuando menos, diferente. No han sido sólo las corbatas -la mitad de los nuevos ministros no la usan- o la juventud de Tsipras (con 40 años, es el primer ministro más joven desde 1865, en un país donde la media de edad de los jefes de gobierno las últimas cuatro décadas ha sido de 64 años), sino también la presteza con que comenzó a actuar.

Una de las cuestiones que más ha traído de cabeza en los últimos años a los negociadores europeos involucrados en las conversaciones sobre los sucesivos programas de rescate de Grecia ha sido la dificultad y tardanza de los partidos helenos en ponerse de acuerdo e integrar gobiernos, algo que ha debido hacerse hasta siete veces desde 2009.

En el caso deTsipras, quien necesitaba del apoyo de un socio menor para gobernar -al haber quedado a sólo dos escaños de la mayoría absoluta- el pacto se firmó sólo unas horas después de que concluyese el recuento de votos. Eligió para ello a un partido polémico: Griegos Independientes (Anel, derecha nacionalista).

El acuerdo entre Syriza y Anel no se entiende a cabalidad fuera de las fronteras del país mediterráneo, pero en el interior sí: ambas formaciones comparten una oposición frontal a las medidas de ajuste exigidas por la troika, que a cambio ofrecen préstamos a Grecia. Una alianza con otros partidos hubiese atado aún más las manos de Syriza.

El 26 de enero -un día después de las elecciones- Tsipras asumió su nuevo cargo. Por primera vez en la historia lo hizo en una ceremonia civil y no ante la Biblia y el arzobispo, como es costumbre en Grecia. Esto fue muy criticado por los sectores conservadores de un país en el cual el cristianismo es religión oficial. Hacerlo, empero, hubiese sido un contrasentido, pues el nuevo primer ministro convive con su pareja -con la que tiene dos hijos-sin...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR