La Revolución musical cubana

AutorSamuel Maynez Champion

Podemos aseverar, como parte del distan-ciamiento objetivo que nos impone la muerte del personaje, que él mismo se adelantó a los veredictos del futuro clamando que la historia se encargaría de absolverlo. Ahora que la leyenda viviente deja de existir, comienza el proceso para que la realidad vaya aquilatando los paradigmas establecidos al tiempo que se van deplorando las pérdidas que antes habían sido conquistas.

Dicho lo anterior, será aconsejable hacer una contextualización de las precarias condiciones en que se encontraba Cuba antes del ascenso al poder del comandante, y delinear un breve perfil histórico sobre la cultura musical cubana, antes y después de la Revolución de 1959. Con ello, el balance aludido se impondrá con sus propios hechos... Hagamos, en primer término, un recuento sumario arrancando en el siglo XVI11.

De los siglos previos no hay mucho que decir, salvo que no sobrevivió ningún vestigio del arte prehispánico en la entonces isla de Col-ba. Tampoco se hayan ejemplos destacados de una plástica popular cubana durante el periodo colonial, y con respecto a la arquitectura es la misma tónica, al menos en comparación con otros países hispanoamericanos. En cambio, en el arte sonoro el cubano forjó -y sigue forjando- una música con una sólida fisonomía propia que descuella por su pujanza rítmica y su acendrado sabor bailable.

Lo primero que podemos establecer es que sobrevivieron algunas guarachas criollas de la mitad del Siglo de Las Luces, y que ya entrado el siglo XIX comenzó a florecer una abundante serie de contradanzas cubanas, las cuales tuvieron una acogida sensacional en la sociedad europea de entonces. Entre ellas, con apelativos distintos, hallamos habaneras, americanas, danzas habaneras, tangos habaneros, etcétera. Fue también la época de oro del famoso Teatro Tacón, considerado otrora como el recinto teatral más grande y más lujoso del continente, y por sus avances técnicos como el tercero del Orbe, después de la Scala de Milán y laÓperadeViena.

Asimismo, en el decimonónico emergieron los primeros virtuosos y creadores nativos que sentaron las bases de un acrisolado nacionalismo musical. De éstos debemos mencionar a los insignes compositores Manuel Saumell (1817-1870) e Ignacio Cervantes (1847-1905)(1), a los violinistas mulatos José White (1836-1918)(2) y Claudio José Brindis de Salas (1852-1911), quienes recorrieron el mundo subyugando a sus públicos (al igual que éste, White vino a México y entabló amistad con...

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