El Rey Midas al revés

AutorJohn M. Ackerman

Los tres partidos más grandes han tenido cada uno su oportunidad para desplegar sus "estrategias" contra la inseguridad en Michoacán. Para el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el bello y dolido estado debió haber sido un sitio estratégico para demostrar que la alternancia significaría una transformación profunda en la gestión del poder. Como sitio natal del fundador de ese partido, Cuauhtémoc Cárdenas, el estado reviste especial importancia política. Y fue gobernado durante 12 años por dos personajes, Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy, que surgieron de las mismas filas de ese instituto político que se presenta como un partido de "izquierda".

Para el Partido Acción Nacional (PAN), Michoacán fue la punta de lanza en la "guerra" que Felipe Calderón supuestamente libró en contra del crimen organizado. Allí inició el despliegue de tropas el 11 de diciembre de 2006. Pero a pesar del inte-rés personal del entonces presidente de la República en conquistar su entidad natal para su hermana y su partido, el gobierno federal nunca logró establecer el orden y la paz. Recordemos cómo el propio Calderón reconoció su fracaso al atribuir, cinco años después del inicio de su Operativo Conjunto Michoacán, la victoria de Fausto Vallejo como gobernador a la intervención de grupos vinculados con el narcotráfico.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) que hoy "gobierna" el estado de Michoacán y el país entero es, desde luego, el principal responsable del caos actual. La situación en la entidad refleja con lujo de detalle el total fracaso de la "estrategia" de Enrique Peña Nieto contra la delincuencia organizada -que consiste en administrar en lugar de resolver los verdaderos problemas-, y del propósito de "pactar" el camino a la (in)gobernabilidad. La "guerra" de Peña ha resultado aún más dañina para el país que la de Calderón (mi análisis: http ://ouj. ly/qfeBcX).

La explosión de violencia en Michoacán constituye entonces un claro botón de muestra de la fallida transición política. Tienen razón quienes abogan por no "politizar" la crisis en la entidad. En lugar de minimizar el problema atribuyendo culpas a uno u otro gobernante o partido, habría que asumir la dura realidad de que la responsabilidad la tiene la clase política en su totalidad. Una perspectiva similar se debe aplicar para extraer lecciones del desastre en Guerrero a raíz del huracán Manuel (mi análisis: http://oiu.ly/qfezUh).

La nueva convocatoria para consejeros del IFE...

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