Rossini y el derecho de autor

AutorSamuel Máynez Champion

Ya en otros textos abordamos su relevancia como gastrónomo (Proceso, 2023,2027 y 2030), ya que se dedicó con ahínco y casi con exclusividad a la cocina durante la friolera de cuarenta años, básicamente la segunda mitad de su vida, mas no habíamos tenido oportunidad de glosar sobre su asombrosa faceta de músico y lo que de ella se derivó para el futuro de los compositores que hacen profesión de su arte y obtienen su modus vivendi, nada más y nada menos, que de la difícil comercialización de su obra.

Es fácil suponer que la despreocupada afición rossiniana por el buen comer pudo fraguarse por el inteligente manejo de sus finanzas pero, sobre todo, porque gracias a la popularidad de sus obras arrancó, reiteramos, la tutela institucionalizada de los derechos autorales. Volveremos a ello y con especial énfasis, pues eso sólo bastaría para que cotidianamente se eleven vítores, hurras y loores a su memoria.

Pero antes de acercarnos a su biografía valdría la pena delinear algunos rasgos de su carácter, puesto que fue un personaje singularísimo que sigue inspirando simpatía por donde se le mire y, obviamente, por donde se le escuche. Gracias a eso, digamos, a su buen humor y a la bonhomía que emana de su música es que se volvió un consentido en todos los teatros del planeta, desde su tiempo y hacia el avenir.

Imaginemos a un sujeto siempre listo a la broma con una destacada vocación para encontrar el lado amable de la existencia, y a un neurasténico que se reía de sí mismo: así lo recordaron sus amigos y colegas. Un individuo que afrontaba las penas con la sonrisa a flor de labios y que tenía una especial inclinación para la generosidad y la empatía. Él mismo llegó a declarar que la única vez que le escurrieron lágrimas por las mejillas -de reparar que no fue por la muerte de algún ser querido que asimiló con la hondura de saberla parte del ciclo de la vida-, sino la terrible ocasión en que se disponía a comerse un suculento pollo frito a bordo de una barca y éste, por un imperdonable descuido, se le cayó al agua...

Asimismo, son de citar sus palabras para entender la filosofía que animó su vida y para darnos claves de su esencia como el autor más encumbrado de la ópera cómica:

"Además del ocio, no conozco ocupación más deliciosa que comer como es debido. El apetito es para el estómago lo que el amor es para el corazón. El estómago es el maestro de capilla que dirige la gran orquesta de las pasiones. El estómago vacío representa al fagot en el que...

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