El rostro de la intolerancia

AutorFernando Del Collado

Maclovio Valera, desmedrado, pálido, se sujeta con la mano derecha a la parte más alta del tubo. En la otra mano, la izquierda, sostiene una bolsa de plástico con papeles en su interior. Todos, resultados de análisis médicos. Examen de sangre para saber el número de glóbulos rojos y su velocidad, conteos de reticulocitos, niveles de folato, vitamina B12 y más. Viste pantalón beige claro y algo destejido, satinado por el uso. Una leve mancha, una gota esparcida en forma de crepúsculo solar, se percibe en la parte baja de la bragueta. El cuello de la camisa de cuadros apenas se asoma por el suéter de color verde militar igual de sucio y raído que él mismo. Acaba de abordar el metro en la estación Centro Médico. Tiene 38 años de edad pero cualquiera le sumaría otros 10 o hasta 15 años más. Se le fue la vida refunfuñando. Maldiciendo. Amargándose la existencia. Este 26 de noviembre habrán transcurrido 10 años de cuando vio a su hermano terminar con la vida del maricón del barrio. Ángel Salgado, su nombre. La burla de casi todos los vecinos de la Calle 32, en la colonia Ignacio Zaragoza. Lo apuñaló a filo limpio con un cuchillo para deshuesar pollos. En plena calle. A la puesta del sol, con los vítores y los gritos del vecindario que con bravuconas maneras y briosos ánimos lo conminaban a matarlo como en una pelea de gallos. Él también se ve a sí mismo gritando en ese festín colectivo. Y se amarga. Le viene ese sentimiento muy profundo, de pena, porque no ha podido saber nada de su hermano desde que huyó hacia Estados Unidos.Todavía no se lo explica,Ángel Salgado se lo había buscado. Habrían de ver cómo se le insinuó a su hermano. ¡Pinche puto!

Abordó en la estación Villa de Cortés. Va para el pueblo de Tecá-mac. Hace lo de siempre. Transborda en Hidalgo hasta llegar a Indios Verdes. Y de ahí todavía le faltan como unos 50 minutos de recorrido en autobús hasta su destino si no hay contratiempo por accidente de tráfico o desvío por remodelación de obras. Es muy raro que la carretera a Pachuca no presente algún embotellamiento o altercado. Más de dos horas de traslado de la casa al trabajo. Cuatro horas de ida y vuelta. Todos los días. Menos los domingos. Serán 15 o 16 años con el mismo trayecto. De Te-cámac a la Ciudad de México. A todo se acostumbra uno. El cuerpo, el alma, la mente como que se amoldan a ese ritmo de vida. Hace tres años, cuando tuvo esos vómitos y presencia de sangre en las heces que la obligaron a reposar en casa durante más...

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