Rusia, 1917

AutorFabrizio Mejía Madrid

De Lenin a Stalin hay todavía un cambio más: de la Revolución de la humanidad a la de un sólo país. Antes que a Marx, Lenin había leído el Catecismo de un revolucionario de Serguei Nechéyaev, el mismo que inspiró al personaje de Los demonios de Dostoievsky, Piotor Stepánovich Verjovenski. En la novela, este Nechéyaev conspirador y paranoico, les hace a sus demás camaradas la pregunta leninista por excelencia:

"Dejándonos de divagaciones, porque no vamos a seguir divagando más como en los últimos 30 años, deseo preguntarles qué prefieren: ¿el camino lento de escribir novelas sociales, y en predeterminar desde una oficina el futuro de la humanidad, sobre el papel, para dentro de mil años (...) o, por el contrario, prefieren una decisión rápida, sea cual fuere, pero que en definitiva desatará las manos de la humanidad, ofreciéndole el campo libre para estructurarse en una nueva sociedad y no sobre el papel?"

Esa es la opción de Lenin, mientras valora que una vanguardia organizada puede aprovechar el descontento tanto de obreros como de soldados con las guerras -sobre todo contra Japón en 1905 -ordenadas por el zar. Es la destrucción creativa, sin un plan, pero con el sólo objetivo de "desatar" las posibilidades de la historia. En consonancia, Lenin dirá que "el comunismo son los soviets, más la electricidad". En un inicio, Lenin está pensando en desencadenar, en destrabar, para que sea la humanidad la que, en colectivo, decida lo que sigue. Por eso, el bolchevismo debe ser internacionalista, además de pacifista (las guerras mundiales son una forma del despojo capitalista), pero pronto cambia a los soviets por la jerarquía del Partido. Poco a poco, Lenin deja de creer en que de la destrucción emergerá la creación colectiva y confía todo el poder a lo útil. Así se lo hará saber a tres de los principales artistas que asisten a reunirse con él en diciembre de 1917, el poeta Alexandr Blok, el futurista Vladimir Mayakovski, y el dramaturgo Vsévolod Meyerhold. Trotsky será el que resuma lo que la vanguardia política opina de la artística: "Su arte es más para la bohemia que para el proletariado". Tras cuatro años, Blok hará su propia recapitulación: "Los piojos han vencido en el mundo entero".

Entre el triunfo de la Revolución de Octubre y la muerte de Lenin, la creación sufre una tensión entre la lucha por su autonomía y las pautas del Partido. Sus símbolos son la Torre de la Tercera Internacional Comunista de 1919 y la escultura del Obrero y la...

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