Sacan su calaverita en una ofrenda familiar

Como desde hace treinta años, la ofrenda de la familia Suárez Prado, que comenzó como el recuerdo para un amigo, ahora conserva la esencia de más de una decena de ánimas.

Comenzó en Insurgentes Centro, en el número 63 y continúa en la calle de Ramón Alcázar, en la colonia Tabacalera. En el predio 23, cinco metros cuadrados concentran una nutrida colección de unos 50 cráneos y casi el mismo número de calaveras "Linares" de papel maché.

Cada figura cuenta una historia. De boca de los anfitriones se escucha la anécdota de la abuela Prado, quien era diabética pero pedía su vasito de Coca Cola "nomás para eructar". O la del tío Manuel, del que los sobrinos pequeños saben sólo de "oídas".

La ofrenda se nutre cada año con la imagen o los objetos personales de los familiares y amigos que han muerto.

La tradición que comenzó en una mesa pequeña, con unas calaveras de azúcar, flores y una veladora, es ahora una fiesta para los ojos y el alma, en la que contrastan el rosa mexicano, y el naranja de las flores de cempasúchitl.

Durante todo el año, Gonzalo Suárez Belmont y María Luisa Prado Anguiano, los anfitriones y dueños de la ofrenda, llegan a adquirir objetos tradicionales que servirán para el uno y dos de noviembre, días de...

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