Sacerdotes asesinados y la desacralización de lo religioso

AutorBernardo Barranco V.

Tan sólo en lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto van 15 sacerdotes ultimados y más de 500 religiosos están bajo la asechanza de la extorsión. Todavía se recuerda el cruel homicidio, en diciembre de 2014, del cura activista Gregorio López Goros-tieta, en Guerrero. La situación es delicada y el nuevo nuncio, Franco Coppola, deberá tomar cartas en el asunto. Cuenta con la experiencia vivida en República Centroafricana y el Chad, países con guerras civiles y cruenta violencia, pobreza y altos niveles de corrupción.

Ser ministro de culto en México es una función de muy alto riesgo. Los curas victimados siguen la ruta de la impunidad, el no esclarecimiento cabal de los hechos y la lasitud institucional. Con vergüenza, nuestro país se destaca por ser el sitio donde más se asesina a integrantes del clero. Con datos del Centro Católico Multimedial, en 25 años han sido asesinados más de 50 sacerdotes católicos, de los cuales dos permanecen en calidad de desaparecidos. El Papa ha reiterado preocupación por dichos homicidios pero en su visita a México de febrero de 2016 guardó silencio, ahora sabemos, a solicitud del propio gobierno de Enrique Peña Nieto.

Resulta sorprendente que México, un país de mayoría católica con arraigada religiosidad popular, tenga los índices más altos -no sólo de América Latina, sino del mundo- de criminalidad contra los curas. Las entidades más peligrosas de la República son Michoacán, Guerrero, Distrito Federal y el Estado de México. ¿Hay una agresión deliberada y dirigida directamente contra los ministros de culto, como a los periodistas? ¿La violencia generalizada que vive el país alcanza también a los religiosos? ¿La violencia ya no respeta la investidura sacerdotal ni su ministerio?

Sólo para tener referencias y marco comparativos de la magnitud del fenómeno, según Gutiérrez Casillas en su libro Historia de la Iglesia en México, en la Guerra de Reforma (1855-1867, y en la que el clero conservador participó activamente) fueron ultimados al menos 11 sacerdotes. Es decir, en los cuatro años que van del actual sexenio, las cifras son mayores a las de un contexto de guerra en México, en el siglo XIX.

En el siglo XX, los sacerdotes católicos han sufrido persecución y muerte. El historiador Jean Meyer, en su famosa obra La Cristiada, contabilizó que entre 1926 y 1929, en plena Guerra Cristera, fueron registrados 125 crímenes contra sacerdotes. El presidente Plutarco Elias Calles, "jefe máximo" de la Revolución (1924 a...

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