Sala de Lectura: 'Ella y Max', por Alberto Zuckermann.

En la segunda mitad de los anos sesenta, por extrano que parezca dado que ahi era frecuente ver anunciadas a vedettes como Ana Berta Lepe o comicos como el Loco Valdes, el club nocturno La Fuente, ubicado en la esquina de Insurgentes Sur y San Antonio, llego a presentar a varias grandes figuras del jazz norteamericano.

Una de ellas fue Ella Fitzgerald, que estuvo programada a lo largo de dieciseis dias en dos shows diarios (7 al 17 de octubre de 1966). Venia acompanada de su trio encabezado por el fino pianista y arreglista Jimmy Jones y en la bateria el fenomenal Ed Thigpen, que ya habia estado en Mexico con Oscar Peterson cuatro anos antes. Junto con ellos una orquesta mexicana liderada por Pio Tovar, la cual supo descifrar los arreglos de Jones.

Como siempre, en esos casos, habia un publico heterogeneo, desde aficionados al jazz hasta villamelones. Recuerdo que me llamo la atencion una pareja sentada en la mesa de junto. La senora no parecia muy animada con la variedad que les esperaba y le dijo a su marido: "Debimos ir al Capri a ver a Tona la Negra". El, para convencerla, le dijo: "Es que esta tambien es negra y es la Lola Beltran del jazz".

Una vez en el escenario, pasada la cena y algo de bailecito, aparecio la gran diva. Ella no era una mujer guapa, pero bastaba que empezara a cantar para que todo mundo descubriera su calidad. Recorrio un vasto repertorio que incluia, como siempre, temas clasicos del jazz, algunos inmortalizados por ella. Canciones como "Mack the knife" o "How high the moon" fueron el vehiculo para que mostrara sus amplias dotes, su facilidad para improvisar en la llamada forma scat (con base en silabas). En ellas lucia su amplio registro, especialmente en los tonos bajos se apreciaba su consistencia. Tambien tenia versatilidad, ya que llego a lanzarse sobre algun tema de bossa nova, imperante entonces, o sobre alguno de los que estaban poniendo de moda los Beatles. Ella, recuerdo, convencio a tirios y troyanos esa noche: despues de escucharla, por mas de una hora y media, nadie podia sentirse decepcionado.

En los camerinos cruce algunas palabras con Ed Thigpen en lo que se nos permitia acercarnos a la gran diva. Yo llevaba conmigo un ejemplar de su disco Ella in Hamburg. Ya frente a ella me lo dedico y me planto un beso en la mejilla. Nunca olvidare la emocion de acercarme a esta gran cantante. Grande entre las grandes. Habia que tener presente que supo mostrar al mundo lo mejor del repertorio de la cancion...

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