La saliva que detuvo el mundo

AutorFabrizio Mejía Madrid

A contracorriente de las imágenes borrosas de los ovnis, ha circulado un texto del filósofo de la ciencia Bruno Latour, quien define la pandemia en dos aspectos. Primero, no la considera una crisis, es decir, algo pasajero, sino una "mutación ecológica" de la que no podremos salir de la misma forma en que entramos, a ciegas. Lo que la epidemia cuestiona con fuerza -la alimentación industrializada, el hacinamiento en los transportes públicos, la avaricia que no le permite a los obreros cuidarse, los medios de comunicación como garantes de la verdad, los sistemas de salud privatizados, la medicina como mercancía-, desmintió también la idea neoliberal de que la economía no puede detenerse. La forma en que Latour lo describe es impresionante si nos detenemos en ella: las gotas de nuestra saliva son las más eficaces globalizadoras y su pronosticada carga viral bastó para paralizar lo que nos habían dicho que era imparable: la industria corporativa, el comercio de contai-ners, las emisiones de bióxido de carbono. La saliva detuvo al mundo.

La interrupción de la globalización es un momento para replantear, como escribe Latour, no sólo la redistribución de la riqueza, sino de la producción misma; es decir de lo que es fructífero para los más y para el planeta. Si pudiéramos discutirlo desde la sana distancia -que puede ser mental también-, quizá no salvaríamos necesariamente lo productivo, sino muchas de las acciones humanas que no guardan relación con el rendimiento. La creación que no germina en pilas de dinero.

Del otro lado están los que, aún conscientes de que el sistema ya dio de sí, piensan extenderlo hasta la próxima epidemia. Son los chinos de Wuhan que salieron de su encierro para comprar automóviles porque ahora desconfían del transporte público. Son las carretadas de dinero público a las farmacéuticas que especulan con los insumos médicos. Y es la intención del Pentágono al difundir justo ahora las imágenes de naves espaciales que lo son sólo porque así lo indica el pie de foto.

Hay una forma de eludir al mundo, de que Google, Roche, Amazon y Walmart colonicen las estrellas. Y nos dejen a los infectados en el planeta inservible que ellos ayudaron a descomponer. Saben que el final del modelo corporativo y corrupto de las décadas pasadas, desde su implemen-tación en el Chile de Augusto Pinochet, ha sido vulnerado en lo que tenía por irrebatible: que no se podía detener. La referencia a Pinochet no es casual, sino causal. Hace unos días el...

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