Saña carcelaria contra inmigrantes

AutorJ. Jesús Esquivel

ELOY, ARIZONA.- En el Centro de Detención Migratorio Eloy, ubicado en este pequeño poblado homónimo de Arizona, las autoridades estadunidenses dan a los inmigrantes indocumentados un trato inhumano, como si fueran los peores y más desalmados criminales.

Quien denuncia lo anterior es Juan Miguel Cornejo. "A mí me castigaron por denunciar el trato que nos dan. Me trataron como al peor criminal, cuando yo no he cometido más que el delito de trabajar para buscar un futuro mejor para mi familia", relata mientras abraza a su hija.

Eloy, una pequeña población localizada entre Phoenix y Tucson -a 96 kilómetros de la primera y a 84 de la segunda-, alberga uno de los centros de detención migratoria más grandes y, según sus internos, más crueles de Estados Unidos.

Manejado por el Buró de Cumplimiento Migratorio y Aduanal (ICE, por sus siglas en inglés), el Centro de Detención Migratorio Eloy alberga actualmente a mil 550 inmigrantes indocumentados: mil 56 hombres y 494 mujeres.

"Es como un centro de desquicio", resume Juan Miguel: "Nos tienen aquí en supuesta espera de que se nos resuelva nuestro proceso migratorio, pero la verdad es que pretenden dejarnos aquí por tiempo indefinido hasta que tronemos, hasta que pidamos que por piedad nos deporten".

El Centro Eloy, que antes de convertirse en una especie de cárcel migratoria era una prisión federal, se maneja bajo las más estrictas medidas de seguridad; como si en lugar de tener tras sus celdas a gente sin papeles tuviera a asesinos.

Para visitar a los detenidos, sus familiares son revisados minuciosamente. Antes de pasar por el detector de metales, mujeres, hombres y niños deben depositar en un armario sus cinturones, relojes, pulseras, cadenas, las agujetas de los zapatos y sus bolsas, y no se les permite entrar con ningún aparato electrónico, libretas, lápices ni lapiceras.

Luego, bajo los gritos de los guardias de seguridad, pasan por la máquina de-tectora de metales y deben esperar varios minutos mas hasta que los guíen a la sala de reuniones donde pueden ver a sus familiares detenidos.

"Sin ser criminales, porque somos personas honestas, tenemos que aguantar el mal trato que le dan a nuestras familias", se queja Juan Miguel, a quien no le permiten ver a su familia en la sala general de visitas, sino en un pequeño cuarto custodiado por guardias, porque estaba castigado.

A Cornejo, de 39 años de edad y originario del Distrito Federal, lo metieron al "hoyo" (la celda de castigo) el pasado 17 de...

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