Sandra Ávila: otro gran fracaso de Calderón

AutorJulio Scherer García

Yo no oculto mi vida. Digo lo que soy. Pero el gobierno sí la oculta. Dice lo que no soy. Todavía le sirvo para su propaganda. La Reina del Pacífico, personaje a lo Pérez-Reverte, en una cárcel mexicana, nada menos. Un gol, como diría Felipe Calderón, expresión que lastima, frívola en la dolorosa realidad cotidiana. La tragedia, la lista de muertos que crece todos los días, no es asunto del futbol. Pero mi imagen pública se irá gastando hasta agotarse. El gobierno no podrá probar que soy delincuente porque no lo soy. Entonces enfrentará su propia disyuntiva: la cárcel, la infamia que no podrá ocultar o mi libertad.

-He leído que en ningún sitio se piensa más en la libertad como en la cárcel. Encerrada, ¿qué piensa usted de la libertad?

-Pienso más en la injusticia que en la libertad.

-Pero, ¿qué piensa de la libertad?

-La pienso como un sueño, amar con alegría y saberme dueña de mis decisiones. En la cárcel la palabra "no" está prohibida. Aquí sólo cuenta el "sí", "sí", "sí". Libre, gritaría "no" todos los días.

Sandra Ávila sigue la información que se ocupa del narco y todo lo que le atañe. No les cree a los medios, menos que a ninguno a los noticieros de la televisión. "Su manipulación la he sufrido, me consta", dice. Pero la noticia "sin rollo" la atrapa y así sean unos minutos puede escapar del síndrome carcelario, la depresión.

Cuenta:

-Anoche vi al presidente en la tele. Dijo que la guerra contra el crimen organizado será cruenta y larga, pero sin duda la ganará el gobierno y ya la va ganando. Yo no creo que así vayan a darse las cosas.

-¿Por qué? -acudo a la pregunta lineal.

-El narcotráfico y la corrupción forman parte de un mismo problema. Se alimentan.

-Causa y efecto, efecto y causa, causa y efecto, efecto y causa, hasta que acaban siendo lo mismo -interrumpo.

-Sí, creo que sí. No hay manera de combatir el crimen organizado sin combatir la corrupción del gobierno. La guerra es una sola y no habrá manera de ganar media guerra.

En el diálogo también preguntan los ojos, las manos, el comportamiento del cuerpo. Escucho, en el silencio de las palabras, un "¿usted qué opina?". Pienso que la corrupción está en el origen de los males que agravian a una nación que alguna vez soñó que podría acercarse a la equidad. La corrupción genera corrupción y en México ha sido imparable. Ha crecido, me parece, en proporciones geométricas.

Y digo a Sandra Ávila:

-Largo tiempo debió transcurrir para que el país descendiera a los niveles de corrupción en los que ahora se encuentra y muchos años habrán de...

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