Las enseñanzas de Sarajevo

AutorMarcela Turati

SARAJEVO, BOSNIA.- La puerta de metal resguarda una bodega climatizada a baja temperatura en la que se aprecian filas con nueve pisos de planchas metálicas que sostienen bolsas clasificadas en clave. Son restos de personas que estaban desaparecidas y que han sido recuperados durante los 20 años que han pasado después de la guerra que despedazó a Yugoslavia. Huesos en espera de que les devuelvan su identidad. A que los regresen a sus familiares. A que les hagan justicia.

Son cráneos con un balazo en la sien. Huesos fragmentados por la retroexcava-dora con la que los asesinos los enterraron y desenterraron hasta tres veces para ocultarlos. Restos que se rehusaron a ser reducidos a cenizas aunque les prendieron fuego. Esqueletos encontrados a la vera de un río. En cajas, en el último piso, están las pertenencias que en vida portaban: el retrato de la familia que espera su regreso a casa, las llaves que no volvió a utilizar, el rosario musulmán, la brocha y el rastrillo, el calzón color lodo-oxidado.

Cruzando el pasillo, en un laboratorio, un trío de forenses arman esqueletos como si armaran un rompecabezas. Les toman muestras que mandarán a un laboratorio ubicado en otro edificio, donde lo contrastarán con las muestras de sangre de miles de familias. En ese otro laboratorio, un técnico contrasta huesos contra sangre, una, varias veces, de varios individuos, hasta que, ¡bingo!, en la pantalla aparece una cifra: "99.99999999999%". Una persona desaparecida acaba de recuperar su identidad.

"Es uno más pero sé que este hallazgo traerá paz a una familia que lo está buscando", dice sin emoción el técnico que logró el embonamiento.

Así es la rutina en la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas (ICMP), una organización establecida en 1996 por iniciativa estadunidense que opera con fondos internacionales. Desde 2001 es líder mundial en uso de ADN para la identificación de personas. Con ese método ha ayudado a identificar a 18 mil personas de las 29 mil reportadas como desaparecidas en Bosnia y Herzegovina.

"Hemos aprendido que esto no sólo es un esfuerzo humanitario sino que tiene que utilizarse en procesos legales, si las familias quieren justicia a la que tienen derecho", indica Kathryne Bomberger, la directora de la comisión.

El alto éxito en la identificación de cadáveres es una buena noticia para esta región que de 1993 a 1995 fue escenario de masacres de miles de personas. Llegó un momento en que no cupo tanta muerte, así que se improvisaron cementerios en terrenos baldíos, en los parques, en los cerros y hasta en un estadio de futbol.

Las cicatrices de la guerra todavía son visibles. A lo largo de la carretera se ven casas y edificios cacarizos por las ráfagas que recibieron. En cualquier momento uno encuentra placas en las paredes, que recuerdan que en ese lugar varios ciudadanos fueron asesinados. Lo mismo les cayó una granada mientras compraban en el mercado o hacían la fila para comprar el pan, que los sacaban de su casa junto a todos los hombres de su comunidad.

En la plaza de cualquier pueblo es fácil encontrar memoriales que recuerdan a las personas asesinadas por los chetniks (el ejército ultraconservador serbio). Como en Srebrenica, donde 8 mil 100 varones en edad productiva fueron masacrados y enterrados en fosas clandestinas. Gracias al ICMP, 90% de los desaparecidos (o al menos fragmentos de sus huesos) han sido...

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