Los secretos del Vaticano

AutorJorge Sánchez Cordero

Camilo Borghese, Paulo V, fundó en 1612 los Archivos Secretos del Vaticano (Archivum Secretum Vati-canum). Al margen de cualquier controversia sobre la traducción del latín secretum, que también puede significar privado, como lo sostiene la Iglesia, no es sino hasta León XIII, en 1881, que estos archivos se abrieron con severas restricciones a la academia. Su importancia es capital: contienen gran parte de la memoria de Occidente. Albergados en la Ciudad del Vaticano, fueron trasladados circunstancialmente a París por Napoleón Bonaparte para un análisis laico y restituidos posteriormente entre los años 1815 y 1817. Su origen se encuentra en la Bibliotheca Secreta, fundada por Francesco Della Rovere, Sixto IV, en un recinto llamado Scri-nium Ferratum en el Hadnaneum, posteriormente convertido en la fortaleza del Castel Sant'Angelo en Roma.

En este año se conmemoran los 400 años de la creación de estos Archivos Secretos. El Vaticano con ese motivo organiza una exposición por demás interesante: Luz en Arcana. Los Archivos Secretos del Vaticano se revelan por sí mismos, en el Palazzo dei Conser-uatori, integrante del complejo de los museos capitolinos, en el Campidoglio, que se distinguen por ser de los más antiguos en el ámbito universal. Es una exposición sin precedentes de un gran simbolismo. Se eligió el Palazzo dei Conseruatori, destinatario de la donación que hizo Sixto IV al pueblo de Roma de bronces y de otros vestigios arqueológicos de la mayor importancia, entre otros de la famosa Loba que amamantó a Rómulo y Remo.

Ahora esos documentos salieron de su estado arcano, pues su misterio se ha desvanecido. El prefecto de los Archivos Secretos del Vaticano, monseñor Pagano, sostiene que con esta exposición se trata de transitar de la simple reacción emotiva que provoca el contacto visual con los documentos a su estudio y conocimiento.

Una Iglesia vuelta Estado

La discusión sobre los Archivos Secretos soslaya con frecuencia la referencia al régimen legal del Vaticano. Debe quedar claro en nuestro ánimo que cualquier análisis en este ámbito debe distinguir claramente entre la Santa Sede, persona de derecho público, con reconocimiento en el derecho internacional, y la Iglesia católica, con una misión pastoral específica, con una grey determinada, que representa una expresión religiosa entre otras religiones y formas de pensar diferentes, tan respetables unas y otras.

En términos técnicos la Santa Sede es una monarquía electiva no hereditaria, en cuyo vértice está un soberano electo en forma vitalicia a través de la Asamblea de cardenales reunidos en cónclave. La Curia Romana, organizada a través de la Secretaría de Estado, coadyuva con el Papa en el ejercicio del poder, pero en él se concentran las funciones ejecutivas, judiciales y legislativas, síntoma inequívoco de una monarquía absolutista. Por Iglesia católica, cuyo adjetivo viene del griego featholifeós, que significa universal, se entiende la confesión cristiana que se reconoce en la autoridad del Papa, que es infalible cuando habla ex cathe-dra, conforme a la constitución Pastor Aeternus, de Pío IX.

En el nuevo Código canónico de 1984, bajo el papado de Juan Pablo II, en el canon 331 se previno que el Sumo Pontífice, por virtud de sus funciones, ejerce libremente el poder ordinario de la Iglesia que es supremo...

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