Secuelas de la conquista de México. Los procesos de aculturación

AutorJorge Sánchez Cordero

El presente ensayo no busca agregar una gota más al océano de tinta que se ha vertido sobre la conquista de México. La enumeración de los hechos concurrentes es de sobra conocida, aunque dilucidarlos provoca aún vehementes debates. La aproximación al fasto histórico amerita empero una provisión de elementos de análisis útiles para la interpretación de los fenómenos de aculturación derivados de ese acontecimiento cuyas reverberaciones se han sucedido durante los últimos 500 años.

En contraste con otras civilizaciones que estuvieron constantemente sometidas a intensos procesos de interacción cultural, el mundo precolombino se mantuvo aislado durante mucho tiempo, lo que explica en gran medida la originalidad de sus expresiones culturales, desprovistas de influencias externas, y al mismo tiempo su enorme vulnerabilidad. Las sociedades meso-americanas adolecían, pues, de una gran fragilidad, propia de su evolución, en especial la cultural, para resistir la expansión de Occidente. Por ello, la conquista fracturó su aislamiento milenario y la arrastró a la devastación.

El examen de las civilizaciones euroasiáticas provee de evidencias en tal sentido, pues una constante en su desarrollo fue la interacción con otras culturas. Este factor propició el intercambio de bienes e ideas, de lenguas y expresiones culturales; de divinidades inclusive. A ello se agregan las diversas migraciones de grupos humanos, que tuvieron como resultado profundas metamorfosis sociales.

La cultura mesoamericana no estaba subordinada a otras culturas, por lo menos no en la forma que se observó en el caso de Eurasia. El aislamiento de los pueblos amerindios conllevó la progresión pausada de un modelo cultural y no impidió el desarrollo de un arte exuberante, complejo y refinado, enigmático y fascinante, y dominado sobre todo por una expresividad grandiosa. Esa cultura fue tributaria de sí misma y su propia fuente de inspiración. Sus arquetipos fueron esencialmente los mismos y permitieron la gestación de una cosmogonía muy sofisticada.

En aquellas culturas, más que ruptura hubo transformaciones profundas que no implicaron el advenimiento de otras civilizaciones. La precolombina fue una constelación de pueblos con cosmogonías religiosas paralelas y, en todo caso, complementarias. Octavio Paz lo puntualiza de esta manera al sostener que del primer siglo de nuestra era hasta el XVI los pueblos mesoamerica-nos desarrollaron y recrearon un conjunto único de conceptos de principio, con técnicas e instituciones sociales y políticas propias.

La noción de imperio, eminentemente occidental, no aporta ningún parámetro apropiado para explicar la organización política y social precolombina. Nada más lejano al esquema cultural mesoamericano que el arquetipo europeo de Estado nacional he-gemónico; éste jamás formó parte de sus designios.

La existencia de fronteras culturales explica igualmente la singularidad y complejidad en el periodo precolombino; es en zonas geográficas específicas donde diversas culturas interactúan tanto entre ellas como con su entorno físico. Este último, junto con una extensa gama de variables culturales, políticas y religiosas, se hallan en juego en esa interacción. La consecuencia de esta concomitancia de factores es la transformación cultural como el catalizador más importante para el cambio histórico.

En sus Ensayos, Montaigne (1533-1592) calificó la conquista de México como una de las guerras de...

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