...Y secuestra en Juárez a un mexicano-estadunidense

AutorPatricia Dávila

"El 15 de agosto de 2012 a las 7:44 de la mañana llegaron al fraccionamiento en donde vivo elementos de la Policía Municipal. Traían las placas y números económicos (de sus patrullas) cubiertos. El guardia (del conjunto habitacional) me avisó por teléfono que iban por mí y no saliera de la casa porque corría peligro pues iban armados.

"Le hablé a Federico Servín, mi abogado, para que viera qué estaba pasando. Apenas colgué, saltaron las bardas de mi casa, quebraron los vidrios de las ventanas y entraron. '¡Hijo de tu pinche madre, tírate al suelo porque si no, te matamos!', me dijeron. Eran como 12 hombres encapuchados y uniformados. Me cubrieron el cuerpo con una cobija, la cara con una camiseta y una bolsa de plástico, y me golpearon. Me preguntaban dónde tenía el dinero, las armas, la droga. Que les dijera, si no, ellos las iban a poner.

"Luego entró una persona a quien llamaban agente Barraza (después supe que pertenece a la DEA). Él dijo en inglés que iba a tomarme una foto para enviarla a Chris Cherry (otro agente estadunidense) para ver si era yo. Me siguieron golpeando mientras decían que me iban a matar. En eso oí la voz de mi abogado. Les preguntó qué estaba pasando, pero empezaron a insultarlo a gritos."

Manuel Gerardo Velazquez Mascorro fue secuestrado ese día de su casa en Ciu-dad Juárez por agentes de la administración antidrogas estadunidense (DEA) apoyados por el Grupo Táctico Jaguares, formado con exmilitares por el entonces comandante de la Policía Municipal, Julián Leyzaola.

El lunes 11 y vía telefónica desde la prisión de Sierra Blanca, Texas, donde se encuentra, Velazquez cuenta a Proceso su historia: En un acto a todas luces ilegal, el pequeño empresario fue entregado a las autoridades de Estados Unidos sin que mediaran un juicio ni una orden de extradición.

Y al mismo tiempo que él era secuestrado en Ciudad Juárez, como supo des-pués, en El Paso, Texas, las casas de sus padres (quienes también fueron detenidos) y de su esposa Cristina Campa eran cateadas por la DEA.

En una reunión con la reportera el jueves 7, el abogado Servín y Cristina Campa abundan en la narración.

Dice el abogado: "Ese día Manuel (Velazquez) me habló, me dijo que la policía estaba en su casa. En una segunda llamada me preguntó: '¿En dónde vienes?' 'Estoy a la vuelta', contesté. En la tercera llamada escucho: '¡Ya entraron, buey!'. Cuando llegamos había dos patrullas municipales sin número económico ni placas; uno de mis abogados se acercó a tomar el número de serie, mientras otros dos golpeábamos el portón de la casa y gritábamos".

Recuerda: "Vimos a un agente municipal encapuchado quien nos gritó: '¿Ustedes quiénes son?'. Le dije: 'Somos los abogados de la persona que tienen aquí adentro y queremos ver qué está pasando'. Le pedimos que nos mostrara una orden de detención y una orden de cateo, pero el policía nos alejó amenazándonos con una ametralladora. En eso vi que sacaban pertenencias de la casa y uno de ellos (de los policías) llevaba varios pasaportes mexicanos, los dejó sobre una de las patrullas; me acerqué y los agarré, pero otro de ellos se me dejó ir con una arma, me obligó a hincarme y me dijo que...

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