El secuestro: "Nunca me doblé"

AutorÁlvaro Delgado

Y sentencia: "Esto cambia toda tu relación con tus secuestradores".

El tormento al cual fue sometido por sus plagiarios no cesó durante los siete meses y 10 días que permaneció con ellos, ni siquiera la víspera de su liberación tras el pago del rescate.

-Si sale usted con vida, lo vamos a tener que afeitar -le dijo al barbado político el que parecía ser el jefe de sus captores. Fernández de Cevallos le acababa de decir al criminal que las demandas habían sido satisfechas y ahora no sólo se negaban a devolverle su libertad, sino que querían humillarlo, despojándolo de su barba.

"Su familia ya pagó, los curas ya entregaron el dinero. Esa era una condición indispensable, pero insuficiente. Usted ha sido condenado a muerte y vamos a ejecutarlo esta madrugada", sentenció el sujeto.

-Ya es de madrugada, no perdamos tiempo -le respondió el panista.

-No es de madrugada, son las 11:45.

-¿Y qué son para mí 15 minutos? Para qué pierde su tiempo.

-... Si usted apela su sentencia de muerte podemos reconsiderarlo.

Fernández de Cevallos recuerda que guardó silencio. Estaba desnudo, con una venda en los ojos. Dentro de un hoyo de apenas 80 centímetros de amplitud -"una tumba"-, las hormigas caminaban sobre sus piernas. Frente a él estaban sus captores, detrás de barrotes de acero.

-¿Va usted a apelar, sí o no?

-¡No!

-¿No va a apelar?

-Por supuesto que no. Esta no es una sentencia. Usted tiene dos caminos: Si mi familia pagaba, me liberaban. Cumpla su palabra o me asesina, pero no hay apelación alguna. Ustedes me detuvieron en montón y como cobardes a la mala, no ha habido ningún juicio. No puedo aceptar ninguna sentencia.

-Es que usted no coopera -le devolvió su interlocutor.

-No me importa, usted tiene un compromiso conmigo: cumple su palabra o me asesina, no hay negocio.

-Con que usted diga algo para ponerlo a consideración de los superiores.

Un diálogo insólito

Resuelto, Fernández de Cevallos se despojó de la venda de los ojos -"Si me iban a asesinar, qué más daba"-, y pidió papel y lápiz para escribir algo dirigido a la que, según los secuestradores, era su organización.

"Red para la Transformación global: Seguiré luchando toda mi vida por los valores en los que creo, como son la verdad, la ley y justicia", escribió, y lo repitió en voz alta.

Otro sujeto que estaba en cuclillas, le hizo una señal al que parecía el jefe, dicién-dole que no aceptara, mientras recibía la hoja. "Ya veremos, lo vamos a presentar a la superioridad. Pero sí le digo: si...

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