Según el sapo es la pedrada (V)

Todos somos expertos. A mí me ha tocado con homicidas, violadores, secuestradores, narcos, defraudadores, pandilleros, polleros, clonadores de tarjetas, raterotes, raterillos, policías encubiertos, extorsionadores y, también, inocentes y locos. Pero todos expertos.

La cárcel, no es una escuela del crimen, es una auténtica universidad, cuyos egresados cada vez encuentran más trabajo en las calles. No hay problema de desempleo, muchas veces la chamba se consigue desde aquí adentro.

Es asombroso lo que saben y no se engañan; entienden en qué se equivocaron, saben quién los puso, no confían en nadie no probado, ni amigos, cómplices o familiares y mucho menos en "la tira". Sin embargo, comienzan de nuevo, saben mejor con quién sí y con quién no, y comienzan a tejerse nuevas redes de la inmensa telaraña.

No son habladurías, "guaguareos" o exageraciones, sino el intercambio de información no clasificada pero útil que se comparte noche tras noche. Los viejos se jactan y los jóvenes, la mayoría, abren sus inyectados ojos.

Saben cómo son los detalles de las joyas más sofisticadas, cuáles las características de los relojes finos, cuántos los equipos de seguridad de los autos más caros, quiénes los responsables de custodiar a personajes políticos, empresariales, del espectáculo o del deporte. No lo suponen, lo saben.

Las bandas actualizan permanentemente su información y renuevan su personal. Todas reunidas, y no nada más juntas sino hacinadas, obligadas a convivir y sobrevivir juntas.

Pero no pensemos que se limitan solamente a la República Mexicana. También se habla de quiénes compraron propiedades en Coronado o San Diego, de quiénes descansan en la Isla del Padre o los que compraron en Key Biscayne y cenan en el Capital Grill.

Sin salir de la celda he recorrido Centroamérica, de Belice hasta Panamá; he aterrizado en Barranquilla, Boyacá o Cundinamarca; he recorrido los muelles y las Atarazanas en Barcelona. Es otra forma de conocer y recorrer el mundo.

Son miles y miles que duermen todo el día y se despiertan nomás al "rancho", que se la pasan "incubando" laicos, piojos, que no hacen más que perder el tiempo pensando cómo conseguir dinero urgente.

Están también los otros, los que no trabajan, pero sí se levantan, despiertos, listos para trabajar, para seguir trabajando en lo que saben: robar, asesinar, secuestrar, extorsionar.

Y también son cada vez más los que entran diario a esta universidad del crimen a especializarse, con la seguridad de que la...

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