Los seis días que conmovieron la Casa Barragán

AutorRoberto Ponce

Justo por la época conmemorativa del Día de Muertos hace dos años, Catalina Corcuera, en nombre de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, firmó un acuerdo para que la artista y escritora Jill Magid (Connecticut, 1981) habitara a sus anchas los dos pisos de la Casa Estudio Luis Barragán de Tacubaya.

Propiedad de la nación mexicana por decreto del Diario Oficial de la Federación de 1988, e inscrita en la lista de Patrimonio de la Humanidad UNESCO 2004, la casa de quien obtuvo el Premio Pritzker 1980, dirigida hoy por Corcuera como museo, fue afectada durante la residencia de seis días por Magid.

Es decir, del 28 de octubre al 3 de noviembre 2015, apenas un mes después de que extrajo parte de las cenizas de Barragán de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres para fabricar un anillo de brillantes con anuencia de autoridades tapatías (Proceso, 2076), mismo que formaría parte de la polémica exposición Jill Magid: Una carta siempre llega a su destino. Los Archivos Barragán, que del 27 de abril al 8 de octubre pasado presentó el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM.

Durante el quinto día de su estancia, lunes 2 de noviembre, al filo del mediodía, Magid cuenta en su minuciosa crónica “A Guide to Casa Barragán” (Una guía a la Casa Barragán) que ella subió por las escaleras de la Casa Estudio y entró a la oficina de Catalina Corcuera “para buscar unas tijeras”.

Describe a continuación en esa revista londinense de artes y literatura, The White Review (número 19), sus acciones para supuestamente armar un altar a Luis (como llama familiarmente al arquitecto), con orgullo (“soy su primera invitada a la residencia en casi 30 años”) e impasible:

“Corto una hebra del hilado amarillo de la alfombra de la Sala […] Arranco un pedazo más grande de la alfombra del Comedor. No necesito las tijeras, el tejido se quiebra cuando lo jalo [...] En el Vestidor [Cuarto de Cristo], corto una muestra del mantel rosado que cubre el mueble del altar, debajo del frutero con manzanas [...]

"Arriba, en el cuarto de Luis [sic], tijereteo una esquina del fieltro amarillo brillante que cubre la mesa baja sosteniendo la colección de discos grabados, debajo de la mampara doblada con imágenes [...] En el Mezanine [Cuarto de Música] yo tijereteo una pieza suave de hilos enrollados de la anaranjada textura esponjosa sobre la mesa debajo de la ventana, y un trozo mucho más grueso del paño morado a los pies del [crucifijo con un] Jesucristo brutal. Doy una tajada a un pedazo largo y delgado de la textura rojo naranja que corre a lo largo del mueble frente a la pared norte del cuarto.

"Bajo a la librería y desgajo tres muestras más: una del lienzo detrás del [cuadro de Joseph] Albers azulado, una del mantel rosa camello bajo la fachada de la ventana, y una del textil morado sobre la mesa baja de las escaleras [...]. Arriba, en el Cuarto de Huéspedes, meto las coloridas muestras dentro de la cobertura de plástico claro con las postales que...

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