Shostakóvich: dos ojos cegados por la tristeza

AutorJulio Scherer García

MOSCÚ, 16 DE ABRIL.- Bajita de estatura, nerviosos los dedos, abrochaba los botones del abrigo del maestro Shostakóvich. Él veía a su esposa con ojos cargados de desesperación. Una multitud lo rodeaba en búsqueda de autógrafos, insensible al hecho terrible: el compositor, víctima del mal de Parkinson, era incapaz de bastarse a sí mismo.

Francisco Javier Alejo, a dos metros de distancia, casi gritaba:

"No lo abrumen, por favor. Ha tenido dos infartos. Hace apenas unas horas salió del hospital para venir acá. Déjenlo. Déjenlo."

Los ojos claros de Shostakóvich veían con el miedo que produce el acoso, mezcla de pasmo e impotencia.

En el salón de banquetes del ministro de Relaciones Exteriores, minutos antes, había tenido lugar el homenaje que el presidente Echeverría, los jerarcas del mundo soviético y una concurrencia de centenares de personas le habían ofrecido. Puestos todos de pie, enfocadas cámaras fotográficas y cinematográficas hacia el compositor, hechos un haz los reporteros para apreciar hasta su último gesto, él se había incorporado humildemente, casi a su pesar. La ovación había durado casi un minuto, al cabo del cual Shostakó-vich se vio rendido.

Al término de los brindis fue de los primeros en abandonar el salón. Quería marcharse, huir, con su paso inseguro, el movimiento incesante de las manos, un tic casi eléctrico del cuello, buscaba la salida como quien busca la libertad. Descendió con dificultad hasta el guardarropas y allí, mientras su mujer descolgaba un pesado abrigo café, fue atrapado.

La entrevista con los reporteros soviéticos y mexicanos, antes del banquete, había sido conmovedora.

Un consejo a un joven compositor: "Sea rebelde. Ensaye una vez y si fracasa, vuelva a ensayar. No tema. La rebeldía es la llama del creador, su posibilidad de purificación".

Al reportero de Excélsior: "Este año cumplo cincuenta años como compositor. Estoy terminando un cuarteto para cuerdas que ofreceré a mis músicos. Han sido fieles y persistentes, mis amigos de toda la vida. Sólo puedo corresponderles con mi música. No...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR