Mucho show, poca sustancia

AutorAdrián Foncillas

SENTOSA, SINGAPUR.- Ocurrió a las 09:03 horas de la mañana soleada del martes 12 en el hotel Capella, en esta isla. Desde la izquierda se acercó Kim Jong-un con tranco marcial y traje tradicional coreano. Desde la derecha caminaba Donald Trump con la sobriedad de las citas con la historia, en traje oscuro y corbata. En el fondo se alternaban las banderas de Corea del Norte y de Estados Unidos, compartiendo la variedad cromática (blanco, azul y rojo) y subrayando el plano de igualdad que reclamaba Pyongyang. Kim y Trump estrecharon las manos con rigor diplomático, primero, y relajaron después la mueca con leves sonrisas. Es la foto que el mundo ha esperado durante décadas: une no sólo a dos naciones sin relaciones diplomáticas sino a los líderes que más han representado sus diferencias. Apenas seis meses atrás se cruzaban insultos: "hombre cohete" o "viejo chocho".

La cumbre de todas las cumbres deparó el previsto espectáculo mediático, la foto que colmará el ego de ambos líderes y la temida vacuidad sustancial. Trump y Kim salieron de Singapur con un puñado de vagos compromisos y ningún documento que fiscalice su cumplimiento. No hubo rastro de la presunta magia negociadora del presidente estadunidense, aunque sí de sus hipérboles: tremendos logros, éxitos más allá de lo que nadie podía imaginar, documento sólido y extenso que asegurará la paz...

El documento "extenso" es medio folio con cuatro puntos sin garantías vinculadas. Ambas naciones establecerán nuevas relaciones, construirán la paz y se ayudarán en la búsqueda de cadáveres de soldados. Corea del Norte, además, "se compromete a trabajar en la desnuclearización completa de la península". No incluye ninguna de las exigencias que los expertos reclamaban para que el acuerdo trascendiera de los buenos propósitos: ni la entrega de una lista pormenorizada de las armas e instalaciones nucleares norcoreanas ni la supervisión del desarme por inspectores internacionales ni un calendario con plazos concretos.

Ese compromiso norcoreano por desarmarse -que Trump clama como un logro personal- no es nuevo: estaba ya en los acuerdos de 1994 y 2005. También en la Declaración de Panmunjom de la cumbre intercoreana de abril. Seúl explicó entonces que la detallada hoja de ruta sería establecida en la reunión de Kim con Trump.

La "misión cumplida" que clamaba la Casa Blanca contrasta con la desolación de los expertos más reputados. Andrei Lankov, de la Universidad Kookmin, habló de un acuerdo de "valor...

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