Siempre tendremos Berlín

AutorFabrizio Mejía Madrid

Esta historia comienza de una forma intempestiva: en abril pasado, Guillermo Sheridan firma un texto en la revista Letras Libres en el que me acusa de plagio por una columna mía sobre los intelectuales, donde resumí el punto de vista de Antonio Gramsci y de Julien Benda (Proceso 2212).

La acusación era extraña al menos en tres sentidos: era contra alguien que cita -y a ustedes les consta- un promedio de tres autores por texto -unos 647 autores en estos cuatro años, citados de buena fe-; cuyas novelas tienen bibliografía (Disparos en la oscuridad, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra); y que entiende que el papel de escribir en medios para el gran público es alentar la lectura de libros, acercarse a ideas que están en ellos y ver qué nos dicen ahora.

Cuando uno leía la acusación, ésta caía por su propio peso: el autor "plagiado" -Edward Said- estaba citado y lo que el acusador suponía apropiación indebida se llama, en realidad, paráfrasis, resumen. No hay plagio donde se cita al autor, porque el plagio es un uso oculto de una fuente original, es decir, alguna que no esté basada en otra preexistente. Para que haya plagio debe existir la intención de presentar una obra de otro como propia, no citarla, es decir, rodearla de las coquetas comillas, como lo hice y lo he hecho con todos, porque no quiero lucir sino mis lecturas, no mis ideas.

Edward Said transcribió con otras palabras lo escrito en la cárcel por Antonio Gramsci, al que también cito varias veces. ¿Se puede acusar a Said, que en paz descanse, de "plagiar" a Gramsci por hacer un resumen de sus ideas? Absurdo. Como el atacado era un texto sobre el papel de los intelectuales y el penoso caso de la Operación Berlín, donde el dueño de Letras Libres, Enrique Krauze, resultaba haber vendido su opinión instalando una fábrica de mentiras contra el candidato de la izquierda,

López Obrador, lo justo era pensar que la acusación era esa forma de la refutación que consiste en desprestigiar a quien dice, para alejar la discusión de lo que dice.

En todo caso, eran otras fuentes a las que Letras Libres podía refutar, por ejemplo a Tatiana Clouthier, que lo escribió en un libro, o a Ricardo Sevilla, que trabajó para la Operación Berlín y fue entrevistado por Carmen Aristegui. No respondí el texto de Sheridan porque supuse que mis lectores sabrían las diferencias entre plagio y paráfrasis, columna de revista y tesis de licenciatura, y que tomarían la acusación como un desvío de otras que...

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