Signos / La pena y el gozo

Hay días en los cuales don Chivastián Pérez no tiene ganas de salir a la calle. Mucho menos de exponerse a que la gente le vea la cara. Y por supuesto, ni ganas tiene de acudir a la obra a castigar el músculo en el manejo diestro de la cuchara y el nivel.

Cuando las Chivas de sus amores caen derrotadas, aunque sea con la cara al sol, o a las luminarias, ahora que tienen que jugar de noche, baja sensiblemente la productividad de don Chivastián y de toda la raza que trabaja en la obra, una enorme estructura que se levanta en el cruce de dos importantes avenidas en donde se construye lo que será un elegantísimo hotel.

No le gusta a don Chivastián ponerse vulnerable frente a su compadrito querido, don Margarito Fox, quien anda como castañuela porque el pasado sábado sus queridos Zorros lograron un triunfo que les dio mucho oxígeno al derrotar por 2-1 a los tigres de Nuevo León y sumar su segunda victoria consecutiva en la temporada.

Don Chivastián anda muy dolido por la derrota de sus Chivas el pasado sábado, pese a la valerosa reacción de los chamacos, que lograron empatar a dos goles, para sucumbir fi nalmente en casa 2-3 ante el Monterrey.

Cómo siempre sucede cuando anda preocupado, don Chivastián le invitó ayer unas buenas frías a su compadre Margarito Fox, nomás para desahogar las penas, mientras oteaban el panorama de la zona metropolitana de Guadalajara, desde una de las laderas más pobladas del Cerro del Cuatro. Entre trago y cigarro, don Chivastián se esmeraba por comprender cuál es la razón por la que el dueño de las Chivas, Jorge Vergara, fue tan insensato al correr a Benjamín Galindo y contratar a un tipo como Javier Azcargorta, que parece buena persona, pero que no ha logrado encauzar al rebaño.

Con vehemencia...

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