Sitiados

AutorJavier Sicilia

Las parábolas -el lenguaje predilecto del Evangelio- son géneros literarios: narraciones breves y simbólicas que, mediante la comparación (su sentido etimológico), guardan, como las fábulas, una enseñanza cuyas interpretaciones son polisémicas.

La de Lanza se refiere a Dios (el agua) en el que, dice San Pablo, "vivimos, nos movemos y somos", y al pez (el ser humano), cuya cerrazón le impide reconocerlo.

Dejemos de lado a Dios y pensemos en la atmósfera (árboles, aire, tierra, relaciones de solidaridad y de soporte mutuo). Allí, desde que el ser humano es el ser humano, vivimos, nos movemos y somos. Sólo que nuestra condición de seres obtusos, como el pez, la ha ido corrompiendo, haciéndola inhóspita, asfixiante, tóxica. No percibimos su corrupción, pero sentimos sus efectos (hecatombes ecológicas, desgarramiento del tejido social, muertos, desaparecidos, miseria, inseguridad, temor, angustia), sin lograr recomponerla. Podríamos decir como el San Agustín de las Confesiones: Veía donde estaba el mal, pero no salía de él.

Nosotros, sin embargo, no lo vemos. A diferencia de Agustín, percibimos su sin-tomatología, que tomamos por el mal, y buscamos sanarnos mediante políticas públicas no sólo cada vez menos eficaces, sino, para decirlo con Iván Illich, iatrogé-nicas, es decir, acciones que, al intentar sanar, enferman más.

El tema es complejo -Illich pasó toda su vida analizándolo en decenas de libros fundamentales, que resumió en una frase: la corrupción de la gratuidad del amor: servicio, hospitalidad, acogimiento, proporción, es lo peor. Una parte de ese mal o, mejor, uno de sus rostros más profundos son los desarrollos de la sociedad industrial: sus servicios -la economía de mercado, base del capitalismo y del llamado neoliberalismo- y el recurso al dinero o a las dádivas y los controles del Estado para acceder a ellos, formas en las que la corrupción del amor se expresa.

Muy pocos se atreven a decirlo. Quienes lo hacen (Illich, Jacque Ellul, Ted Kaczynski, el Unabomber -hay que leer su manifiesto, no sus atentados terroristas-, los pueblos indígenas, etcétera) son ignorados o acusados de premodernos, conservadores, enemigos del Desarrollo.

Obnubilados por las aparentes bondades de esa sociedad, preferimos continuar atacando sus síntomas que encarar la enfermedad. Intoxicados de sus "bondades", amamos a tal grado el placer y los deseos que nos provocan, que nos negamos a asociarlos con nuestra adicción.

La 4T es ejemplo de ello. Nadie en el...

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