Cómo sobrevivir con cinco dólares al mes

AutorRafael Croda

CARACAS.- Franklin, un joven ex-chavista que pudo estudiar tres años de la carrera de medicina antes del estallido de la crisis de la hiperinflación, está sentado con desgano en una silla detrás del mostrador de la tienda de productos de limpieza donde trabaja. Ya son las 11:00 horas; sólo ha hecho dos ventas y no le importa.

"Esta vaina está siempre así. Muerta", afirma con una mueca de resignación.

A Franklin le da lo mismo vender o no vender los menjurjes químicos que fabrica su patrón en la parte trasera del enorme local, cuyas dimensiones se agrandan por los vacíos en los estantes y la escasa mercancía.

El trabajador de 27 años, que tiene una esposa y una hija pequeña, gana 18 mil bolívares soberanos (nombre oficial de la moneda venezolana) al mes, el salario mínimo que decretó el presidente Nicolás Maduro en enero pasado. Eso y nada es casi lo mismo.

"Los venezolanos trabajamos para no morirnos de aburrimiento en casa, porque trabajar no es negocio en este país", asegura Franklin.

Ese salario -que según el tipo de cambio oficial equivale a 5.45 dólares al mes (unos 100 pesos)- alcanza para comprar cuatro rollos de papel sanitario y un kilo de pollo; o un kilo de arroz, otro de harina de maíz para hacer arepas (tortillas in-faltables en la dieta venezolana) y otro de queso blanco.

Y si Johanna, la esposa de Franklin, quien es enfermera pero trabaja como empleada en una farmacia, necesita toallas femeninas, maquillaje para un mes, una crema humectante y un desodorante, sólo en esos productos se irían los dos salarios mínimos que gana mensualmen-te la pareja.

"¿Qué te digo, coño? ¡Esto es una mierda!", sostiene el joven alzando los brazos, y se levanta de la silla en la que pasa casi todo el día detrás del mostrador.

-¿Y si el salario familiar les alcanza para tan poco, cómo logran sobrevivir? -pregunta el reportero.

-¿Qué cómo logramos sobrevivir? -dice Franklin, se queda pensando unos segundos y exclama-: ¡eso es algo que nosotros mismos nos hemos preguntado muchas veces!... y no tenemos una respuesta. Te lo digo, no sé. Pero esto es muy duro para todos.

Hay que platicar mucho con los venezolanos para tratar de entender un poco cómo es que logran llegar al final de la quincena, hasta que sale el próximo pago, sin colapsarse.

Sobre todo si se toma en cuenta un estudio realizado en 2017 por tres universidades y según el cual 82% de los asalariados del país recibe un sueldo mínimo mensual.

Es decir, la baja capacidad adquisitiva del salario no es un problema ni menor ni exclusivo del segmento más vulnerable de la población, sino un fenómeno generalizado.

Unos 20 millones de venezolanos, las dos terceras partes de los habitantes del país, dependen de ese salario que equivale a 18 centavos de dólar al día.

Según los parámetros del Banco Mundial (BM), un ingreso per cápita menor a 3.20 dólares diarios significa ser pobre, y por debajo de dos dólares se considera pobreza extrema.

Esto quiere decir que en Venezuela, aparentemente -y es importante subrayar esta palabra-, la mayoría de la población vive con apenas 9% del ingreso que el BM establece como referencia para definir la pobreza extrema.

Bolsas CLAP

Cuando Franklin trata de explicar cómo hace su familia para comer todos los días, queda claro que en Venezuela aún existe -pese a la profunda crisis que ha provocado la pérdida de la mitad del Producto Interno Bruto (PIB) en los últimos cinco años y al colapso de las finanzas públicas- un sistema estatal de subsidios que opera como bocanadas de oxígeno para un moribundo.

Franklin, al igual que 6 millones de familias -80% de la población del país-, recibe cada 15 o 20 días la llamada bolsa CLAP (siglas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción): una caja de alimentos que distribuye gratuitamente el gobierno mediante los comités comunales del chavismo.

La bolsa CLAP contiene cuatro kilos de arroz, uno de pasta, dos litros de aceite, una bolsa de leche mexicana en polvo -"que sabe salada", según una queja generalizada- y en ocasiones atún, lentejas, frijoles y harina de maíz.

A veces son unos productos, a veces otros, y algunos meses las bolsas se retrasan; pero con esos víveres completan su mercado unos 24 millones de venezolanos, cuyo sustento depende de asalariados que devengan el mínimo legal o de trabajadores del sector informal.

"Las bolsas CLAP ayudan. Los alimentos no son los mejores, a veces están vencidos y hay panas (amigos) a los que les han salido los granos agusanados; pero sin eso, la...

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