Una sociedad decente

AutorMarta Lamas

Para aclarar el concepto de "sociedad decente" Margalit establece que es necesario averiguar en qué se diferencian las sociedades "decentes" de otro tipo de sociedades, entre las que menciona la "sociedad correcta" (aquella que se atiene a la ley y al debido proceso) y la "sociedad respetable" (aquella que protege la respetabilidad de sus ciudadanos). Sin embargo, a lo largo de su reflexión, la comparación valorativa que más le interesa analizar es la que hay entre la sociedad decente y la sociedad justa.

Margalit señala que una sociedad puede ser justa con sus integrantes, pero ser insensible -indecente- con los que no pertenecen a ella. Un ejemplo que pone es Estados Unidos con "los emigrantes mexicanos ilegales, cuya falta de permiso de trabajo los convierte en siervos, cuando no en esclavos, de los empresarios que los tienen y los ocultan. Estos mexicanos no son miembros de la sociedad". Al poner el caso de las personas migrantes indocumentadas, aparece el "déficit de decencia" de una sociedad.

Un elemento para valorar la decencia de las instituciones es el uso que le dan a la humillación. Puede existir una acción justa, e incluso eficiente, que resulte humillante, y habla del caso de la distribución de alimentos a las víctimas de la hambruna en Etiopía: aunque todas las personas recibían una justa parte de forma eficiente, la comida se les lanzaba desde un camión "como si los receptores fuesen perros". La repartición era justa y, aun así, resultaba humillante.

De ahí concluye que no basta sólo con distribuir los bienes de manera justa, incluso eficiente, sino que se debe tener en cuenta el talante con el que se distribuyen. Y Margalit recurre a otro ejemplo: contrasta la distinta distribución de bienes que podría hacer una asociación caritativa y la que haría una instancia de un Estado de bienestar, independientemente de las intenciones; la primera lo haría con una actitud paternalista hacia los receptores, mientras que la segunda lo haría reconociendo el derecho de los beneficiarios a recibir los bienes.

Como buen filósofo, Margalit se plantea varios interrogantes respecto a si para lograr ser una sociedad justa, antes hay que ser una sociedad decente. Él caracteriza ambas, sociedad justa y sociedad decente, como ideales sociales, y pone en duda que la estrategia política encaminada a lograr una sociedad decente sea la misma que se debe seguir para conseguir una sociedad justa. En México la aspiración política ha estado centrada en...

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