Solalinde: "Mi tirada es sacudir conciencias"

AutorRodrigo Vera

El controvertido sacerdote Alejandro Solalinde, postulado para el Premio Nobel de la Paz y quien acaba de recibir personalmente el respaldo del papa Francisco por su trabajo con los migrantes, revela la intención que tienen sus punzantes críticas tanto al gobierno como a la jerarquía católica mexicana:

"¿Sabe cuál es mi tirada? ¡Despertar la conciencia de la gente! ¡Sacudir conciencias! Eso sí, yo jamás voy a chantajear o a manipular a nadie para que haga lo que yo quiera, jamás, pues cada quien es libre de actuar de acuerdo a sus convicciones." Enfundado en su típica guayabera blanca, Solalinde extiende el brazo derecho y muestra el brazalete amarillo que le circunda la muñeca, el cual trae estampada la frase "México sin miedo". Y explica:

"Este brazalete es de Amnistía Internacional. Resume muy bien lo que estoy pidiéndole a la gente; que no tenga miedo, que no sea cobarde y diga las cosas de frente y delante se quien sea."

-Los que no lo quieren, sin embargo, aseguran que a usted sólo lo mueve un afán protagónico, una desmedida egolatría que lo hace meterse en todo: saltar de los migrantes al caso Ayotzinapa, los desaparecidos, la corrupción, el fraude electoral o la impunidad, entre otros.

-Sí, lo sé. Eso dicen de mí. Pero yo no me meto, sino más bien me meten en todo. Por ejemplo, yo jamás busqué a los familiares de las víctimas de Ayotzinapa, ellos fueron quienes se acercaron a mí. Y así, constantemente la gente llega y me pide: "Padre, ayúdeme en esto y esto otro". "¿Y por qué voy a todos lados de donde me llaman? Pues porque los obispos u otros sacerdotes no lo hacen. En una ocasión intercedí para que el anterior nuncio apostólico en México, Christophe Pie-rre, recibiera a un grupo de familiares de desaparecidos, pero él me dijo que no podía hacerlo. ¡Vaya!, he hablado hasta con el actual gobernador de la ciudad del Vaticano, Giuseppe Bertello, para que recibiera una carta de estas víctimas, pero no aceptó tomarla porque, alegó, son asuntos internos que competen únicamente al gobierno mexicano.

Yo les pregunto a quienes me tildan de protagónico: ¿puede alguien ser tan tonto que, con tal de aparecer en los medios, arriesga la vida ayudando a las víctimas de la violencia? Pues claro que no. Si todos hicieran lo que les corresponde yo no estaría acaparando reflectores.

-¿No le interesa entonces la fama?

-No creo en la fama. La fama me la enjaretaron. Es como un parche incómodo que traigo encima de la piel sin ser parte de mí mismo. Si algo he aprendido de los migrantes es que todos estamos de paso en esta vida que se acaba. Y la fama no sirve para nada porque finalmente todos caemos en el olvido.

"Incluso me cuesta mucho trabajo...

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