Soldado de Canadá Lucha Contra El Estado IsláMico

Por Luca Pistone

Kirkuk, Irak, 31 Ene (Notimex).- Su nombre de guerra es Pad, el mismo que utilizaba en su antiguo batallón. Dillon Hillier es canadiense, militar de profesión y ha hecho de la guerra su única razón para vivir. Esta vez la guerra la está librando lejos de casa, en el otro lado del mundo, en contra del grupo que se ha proclamado el nuevo enemigo jurado de Occidente: el Estado Islámico.

En su patria, Canadá, Dillon Hillier ha aparecido en las portadas de todos los periódicos. Con apenas 26 años, es un veterano de la Guerra de Afganistán, donde dicen que destacó por su valor en el campo de batalla.

En el país de los talibanes sus compañeros de armas le han puesto el apodo de Pad (en inglés, almohadilla), probablemente por su capacidad de solucionar las situaciones más críticas y difíciles.

En Canadá, Pad podría tener una vida acomodada. Hijo de un destacado miembro del Parlamento de Ontario, habría podido tener una carrera militar de prestigio. Sin embargo, prefirió tomar un avión e ir a combatir en Irak junto a los que considera sus nuevos hermanos y hermanas: las guerrillas de las Unidades de Protección Popular (YPG) y la Unión de Mujeres Libres (YJA-Star)*.

Hace casi dos meses que Pad se unió a las YPG. Está destinado a la base de Matara, pocos kilómetros al sur de Kirkuk, en el norte de Irak. No le gusta ser el centro de atención, pero es consciente de que es una distracción agradable para sus compañeros de equipo y una buena publicidad para la campaña lanzada por el PKK contra los yihadistas.

Nos encontramos en un pequeño depósito en el que se almacenan las armas de las tropas. Me recibe con una sonrisa y me pide que no lo fotografíe y que no grabe la conversación. "Lo siento, pero mi cara últimamente ha salido demasiadas veces en las portadas de los periódicos de mi país. Lo hablé con mis superiores aquí y llegamos a la conclusión de que conviene calmar un poco las aguas", comienza Pad.

Con casi 1.85 metros de estatura, de complexión media, con el pelo rubio rapado y los ojos claros, Pad se muestra desde el primer momento extremadamente nervioso. No hace otra cosa que encenderse un cigarrillo tras otro, con la mirada perdida en el vacío, o juguetear con un cuchillo pequeño.

"La experiencia en Afganistán me impactó. Sabía que no sería un juego de niños, pero he visto y hecho cosas a las que nadie debería enfrentarse nunca. Cuando volví a casa, con mis seres queridos, ya nada era igual. Ir al cine o tomar una cerveza con...

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