Solidaridad con Roberto González, autor de "El Huerto"

AutorRoberto Ponce

"Voy bien -dice por teléfono el trovero alvaradeño-, me siento bien en términos generales; pero he estado malito, ya traigo una enfermedad desde hace algunos años que se ha vuelto recurrente y tengo que atenderme. El tratamiento es caro, aunque hay posibilidades de hacerlo en instituciones del sector salud, yo me he estado atendiendo en el INCan (Instituto Nacional de Cancerología) en Tlalpan desde hace ocho años, y ahora está otra vez allí el espectro. No es segura la sanación, pero es tratable y con eso basta."

Manuel Roberto González García nació el 24 de septiembre de 1952, en la calle Sotero Ojeda número 18, barrio de El Tigrillo, en el poblado veracruzano. Sus padres fueron Manuel González Colina y Norma Elvit García Uzcanga.

-¿Lo trovadoresco le viene de Alvarado o de sus padres?

-Un poco de Alvarado y un poco de mi familia, pero también mucho de la Ciudad de México. Digamos que mamé la tradición de la cultura jarocha y los tríos de son veracruzano, bandas salseras, música afroantillana; comí pescadito y mariscos, aprendí a hablar allá.

Acepta que lo trajeron al DF a los 10 años de edad para cursar el quinto de primaria, dejándose atrapar por el rock y el blues urbanos.

-¿Qué deseaba estudiar?

-Nada-ríe sabroso-, mi papá me lo repetía, que estudiara, y yo le decía: "pero si yo quiero cantar", y él me respondía: "pues estudia música".

"Pero toda mi vida he sido duro de entendederas, me ha costado trabajo entender la realidad. Vivía en la Country Club por Churu-busco y en las tardecitas-nochecitas, en una de las esquinas del Parque de la Pagoda (Ma-sayoshi Ohira) se juntaba una bandita de gente más o menos de mi edad, un poquito mayores, y dos o tres llevaban su lira, tocaban canciones. Coincidió que mi padre me regaló una guitarra y me apersoné ahí con mi guitarrita, ¿no? Empecé a imitar cómo tocaban, como chan-guito, ya sabes...

"Yo era sumamente retraído, hablar y platicar con ellos no se me daba; pero sí trataba de hacer lo que hacían cuando tocaban, cómo ponían la mano... Eso fue importante para mí. Aleccionador. Y sobre todo, en la calle empecé a oír blusecitos en vivo, con la chela. Fue maravilloso."

-¿Le siguen pidiendo piezas de Sesiones con Emilia? como "Satisfaga sus deseos", "El palacio de los espejos" o "El huerto" (ésta comienza con las sonadas preguntas: "¿Y con qué fin toda esta dialéctica en la historia, para qué ir al Paraíso estando muerto, para que alcanzar la gloria estando vivo?").

-Sí, de alguna manera en esas...

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