Sólo queda la renuncia de Rosario Piedra

AutorRicardo Raphael

Comienza esta mala historia con una idea peregrina del presidente Andrés Manuel López Obrador: que la hija de Rosario Ibarra de Piedra, una de las líderes sociales más respetables en la historia de México, era la candidata idónea para dirigir la Comisión.

Según su argumento es justo que sea una víctima quien encabece esta institución autónoma del Estado mexicano.

¿Qué tan justo es lo que él llama justo? Los hijos no son sus padres, ni los padres sus hijos. Por eso se apellidan distinto, para escapar al destino de una herencia que cada cual debe ganarse, en una era donde el mérito habría de tener mayor peso que la genética.

Warren Buffett, millonario estadunidense, tiene una metáfora para reflexionar sobre casos como este: ¿cuán justo sería que los hijos de los atletas que ganaron medallas de oro en la Olimpiada de 1968 hubiesen sido enviados, en automático, a competir en las Olimpiadas de 1986?

Es ridículo en estos tiempos, pretendidamente republicanos, suponer que, por vía de la herencia, puedan transmitirse las mejores reputaciones.

No es científicamente cierto que el hijo del tigre nazca pintito, ni que la hija de Rosario Ibarra de Piedra merezca, por mera obra de la cigüeña, la honorabilidad que con tanto esfuerzo obtuvo su madre.

Tampoco es justo el argumento de que Rosario Piedra sea la presidenta de la CNDH por el mero hecho de ser hermana de Jesús Piedra Ibarra, joven guerrillero de la

Liga 23 de septiembre, desaparecido en 1974.

En México hay más de 60 mil desaparecidos, solamente durante la última década. Si, además, se suman todas aquellas personas que, desde la Guerra Sucia de los setenta, sufrieron una suerte similar, esa cifra crece en, al menos, un tercio.

Habría por tanto 90 o quizá 120 mil hermanas y hermanos de personas desaparecidas con derecho a reclamar la presidencia de la CNDH.

Lo erróneo del argumento de Andrés Manuel López Obrador radica, de un lado, en asumir que la herencia política de Rosario Ibarra de Piedra puede ser transferida, por mero decreto presidencial, a Rosario Piedra Ibarra.

Rosario, la hija, jugó históricamente un papel muy menor en el colectivo Eureka y por tanto no sería adecuado asumir que ese desempeño le entrega el mérito que la genética no resuelve, por sí misma.

Es aquí donde la militancia política de Rosario Piedra entra en la ecuación. Ella es fundadora del partido Morena y ha participado en la construcción de esa fuerza electoral.

Ha sido funcionaria de partido e integrante del órgano...

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