Sorokin y su novela futurista: Rusia va para atrás

AutorPatricia Lee

BUENOS AIRES, ARGENTINA. - Andrey Komyaga se despierta al sonido de su teléfono móvil un lunes de 2028 en su mansión en las afueras de Moscú, con una fuerte resaca. Se toma dos vodkas, un caldo de col, reza arrodillado frente a sus iconos y se zambulle en el jacuzzi mientras su sirviente le acerca la vestimenta: camisa roja, casaca de brocado y ribete de piel de marta, faldón largo, puñal y arma al cinto.

Komyaga sale para el trabajo en su Mercedes Benz rojo, que lleva sobre la tapa del motor una cabeza de perro todavía sangrante. Toma por la avenida Rublevs-koe el carril rojo, "nuestro carril, el estatal", y se dirige a su primera tarea: asaltar la casa de un noble junto con otros compañeros. El noble es ahorcado, su mujer es violada en serie, "se retuerce como un le-chón vivo y rosado", la casa es quemada y el botín es repartido. La noticia se transmite por la "burbuja noticiera", para que "la gente ortodoxa presencie la fuerza del Soberano y del Estado" y comprenda lo que significa "la palabra y la acción", el lema de los llamados "oprichnik" (miembro de la policía política del zar Iván el Terrible, el antepasado del "chinovnik" actual, es decir, del funcionario estatal cuya esencia supo sobrevivir inmutable desde el siglo XVI hasta la Rusia de Vladimir Putin).

Como buenos devotos, al terminar su tarea, Komyaga y sus colegas van a la catedral de la Ascensión a rezar.

En la Plaza Roja ya no está el cadáver de Lenin. Cientos de chinos venden sus mercancías al lado de las paredes del Kremlin, ahora pintadas de blanco como antes. Rusia, que ha pasado por el Disturbio Rojo, el Disturbio Blanco, el Disturbio Gris, el Renacimiento y la Gran Transfiguración, está rodeada por una Gran Muralla, aislada del mundo exterior.

Todo esto sucede en la novela El día del oprichnik, publicada en español por Alfaguara, fruto de la imaginación febril de Vladimir Sorokin, un ingeniero químico de 58 años devenido ilustrador primero y escritor después, con 13 novelas, 10 obras teatrales y varios guiones de cine, considerado el enfant terrible de la literatura rusa actual.

Educado en la época soviética, cuando hasta James Bond estaba prohibido, sus primeras obras fueron publicadas en Francia y Alemania, y sólo a comienzos de este siglo en Rusia.

"Sorokin tiene un olfato fenomenal para detectar las llagas de la civilización en pleno proceso de pudrirse. Las abre sin dudarlo ni por un instante", definió Lud-mila Ulitskaya, una de las más conocidas escritoras rusas...

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