Soumaya: Museo sin orden, colección dispareja

AutorJudith Amador Tello

Desde que abrió sus puertas al público el pasado 29 de marzo, el nuevo Museo Soumaya, propiedad del empresario Carlos Slim, ha sido visitado diariamente por alrededor de 3 mil personas que atiborran las seis salas dispuestas en igual número de pisos del recinto de la colonia Ampliación Granada, a un par de calles de Ejército Nacional.

La gente recorre de un lado a otro el museo sin un orden establecido, pues no hay cédulas de sala ni secciones marcadamente divididas. Los pisos circulares por la propia forma del edificio –construido por el arquitecto Fernando Romero, yerno del propietario del Grupo Carso– tienen sólo algunas mamparas para aprovechar los espacios centrales.

Así, los espectadores pasan de ver un vestido de Óscar de la Renta a un mueble antiguo o un retrato o paisaje del siglo XIX; impresionados por los nombres toman fotos de las esculturas de Salvador Dalí, Camille Claudel y desde luego Auguste Rodin (la colección más conocida del ingeniero), cuya pieza El pensador recibe a los visitantes en el vestíbulo del museo, donde se encuentra también una réplica en bronce de La piedad de Miguel Ángel (el original de mármol se encuentra en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano).

El pensador quedó de frente al mural Naturaleza muerta (sandías), que Rufino Tamayo realizó en 1954 en el Sanborns de la calle de Lafragua esquina Paseo de la Reforma, desprendido de ese sitio hacia finales de los años ochenta por sugerencia de la crítica de arte Raquel Tibol, quien en 2003 curó una exposición con motivo de los setenta años de creación del pintor oaxaqueño. Dos obras de distintos autores, manufacturas, estilos, épocas, temas…

Pero así es este recinto, donde de un piso a otro se ven las esculturas europeas, una colección de piezas prehispánicas provenientes de las tumbas de tiro de la región de Occidente del país (prestada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia), cuadros de “los grandes maestros” –dice el folleto del museo– como Tintoretto, Murillo, el Greco, Rubens y Brueghel, entre otros, y el arte comercial de la Imprenta Galas de México.

Igualmente, de los mexicanos David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Diego Rivera, Juan Soriano, María Izquierdo, José María Velasco, Saturnino Herrán; una colección de autorretratos de artistas nacionales que perteneció al ingeniero y coleccionista Marte R. Gómez; y finalmente –descendiendo al último nivel– se encuentra la colección de numismática, con monedas, medallas y billetes de los siglos XVI al XX, así como objetos de plata, y hasta viejas cajas de chocolates de las tiendas Sanborns.

Una colección “muy ecléctica”, dice la crítica e historiadora del arte Teresa del Conde, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de al Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien conoce la colección desde que comenzó a exhibirse en los Museos Soumaya (llamados así en honor de la esposa de Slim, ya fallecida) de Plaza Loreto y de Cuicuilco; y añade:

“Parece que está muy fundamentada en el gusto del propio Carlos Slim, eso es lo...

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