La obsesión de Stalin pasó por México

AutorJuan Alberto Cedillo

A mediados de septiembre de 1941 llegó al escritorio de Iósif Stalin un reporte de seis páginas proveniente de uno de los apóstoles de Cambridge, una minuta del gabinete del gobierno británico, que creaba un comité para analizar la posibilidad de desarrollar una bomba de uranio. (...) Más tarde, llegaron al Departamento del Extranjero reportes desde Gran Bretaña, Estados Unidos, Escandinavia y Alemania sobre investigaciones para fabricar una "superbomba" con base en uranio enriquecido, y pese a que proliferaron, no perturbaron el escepticismo de Stalin en torno de tales proyectos, confiado en la superioridad intelectual de sus científicos sobre la ciencia que desarrollaban los investigadores capitalistas.

También circulaban los rumores sobre las "avanzadas" investigaciones que encabezaban Werner Karl Heisenberg y Otto Hahn para desarrollar una bomba atómica para la Alemania del Tercer Reich. Los informes previos, donde se hablaba de que los nazis ya trabajaban en una superarma secreta, ya habían producido reacciones de los científicos occidentales, quienes solicitaron a Albert Einstein que escribiera una carta al presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, y le llamara la atención en ese sentido.

(...) Para principios de 1942, el dictador soviético recibió nuevos informes provenientes de su embajada en Washington, los cuales referían que Oppenheimer, un joven y brillante científico judío de la Universidad de California, se preparaba para concentrar en Berkeley a una pléyade de investigadores nucleares de la talla de Enrico Fermi, Leo Szilárd y Niels Bohr, en la que se encontraba también el Premio Nobel de física Albert Einstein.

(...) También recibió documentos donde se informaba que el gobierno estadunidense estaba destinando alrededor de 20% de su presupuesto militar para investigar y desarrollar el Proyecto Manhattan...

Desde que arrancaron las investigaciones, los mismos científicos que colaboraban en el Proyecto Manhattan filtraron a diplomáticos soviéticos informes cada vez más precisos sobre las características de la bomba de uranio, ante los cuales Stalin pasó del escepticismo a la obsesión por poseer esa superarma, lo que se convirtió en su máxima prioridad desde los primeros días de 1943. Durante el primer trimestre de ese año, firmó una serie de decretos que creaban organismos especiales para desarrollar energía atómica con propósitos militares. Al mando de Lavren-ti Beria quedó un cluster industrial que en su momento intentaría fabricar dicha arma. Entonces se reformó el aparato de inteligencia. El comisario Beria decretó crear el Departamento S para concentrar la información del espionaje atómico que recolectaban el Departamento del Extranjero del NKGB y la Dirección de Inteligencia Militar (GRU).

Al frente del Departamento S estaba el general Pavel Sudo-platov, quien no obstante que carecía de conocimientos científicos relacionados con el tema -como la mayoría de los mortales de esa época-, era el oficial que había recibido la mayoría de los informes sobre la bomba de uranio de sus espías en el extranjero. Una de las primeras tareas del departamento fue capturar a los científicos alemanes que estaban trabajando en los proyectos atómicos. Con ese propósito...

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