Subyugados por el alto mando

AutorArturo Rodríguez García

Altos mandos militares ejercen un poder irrestricto valiéndose del fuero de guerra, lo que les permite subyugar a soldados y oficiales de bajo rango, violar sus derechos y pasar por encima del debido proceso a fin de ocultar irregularidades administrativas u operaciones ilegales.

Uno de los casos reportados como injustos es el del capitán Miguel Ángel Portillo Morales. Acusado primero de malversación y luego de peculado pese a los errores en que han incurrido los fiscales, está recluido desde hace cuatro años en la prisión del Campo Militar Número 1.

En 2001 Portillo Morales era comandante del pelotón de intendencia del 13 Batallón de Infantería, en San Cristóbal de Las Casas. Él afirma que el coronel Alfredo Ovalle Gutiérrez -a cargo del batallón- y el teniente coronel Miguel España -segundo al mando- se apoderaron del manejo administrativo de esa unidad, lo que incluye la chequera y el trato con proveedores.

Sin que se presentaran pruebas documentales en su contra -según puede observarse en las averiguaciones previas 31ZM/068/2003,35ZM/84/2003-, Portillo Morales fue acusado de alterar facturas y mantener un almacén clandestino, por lo que se le fincaron responsabilidades por los delitos de fraude y malversación de fondos. En 2005 el juez sexto militar dictó una orden de aprehensión contra el capitán, que fue frenada mediante el amparo 245/2005-V, concedido a causa de la mala integración del expediente ministerial militar.

Portillo Morales causó baja del Ejército a finales de 2005, volvió a la vida civil y consiguió un empleo. Entonces lo acusaron de desertor.

El 16 de julio de 2009 un comando militar llegó a las oficinas de la empresa donde trabajaba el excapitán y lo detuvo; se le fincó una reparación de daño por casi 3 millones 400 mil pesos y una fianza de 200 mil.

El Código de Justicia Militar no prevé la reparación del daño.

En agosto de ese año los magistrados del Supremo Tribunal Militar -entre ellos el exprocurador general de la República Rafael Macedo de la Concha- le reclasifi-caron el delito y en lugar de malversación se le fincó responsabilidad por peculado. El acusado consiguió de nuevo un amparo en agosto de 2010, por lo que ya no había motivo para que siguiera preso.

Con todo y el desvanecimiento de los datos que se asentaron en los amparos, Portillo sigue ahí, en la prisión del Campo Militar Número 1.

"Este pasaje de mi vida me llevó a conocer las entrañas del sistema de justicia militar dentro de una institución que, pregonando grandes valores éticos y profesionales, como el honor, la lealtad, el patriotismo, el valor, el espíritu de cuerpo, funciona más para proteger intereses y cubrir los errores y abusos que para velar por el bien colectivo, preservar la disciplina, impartir justicia o engrandecer al país", afirma el excapitán.

La salud, problema personal

Un hombre corpulento cruza la avenida con dificultad, muy despacio y arrastrando la pierna izquierda. Tras varios minutos llega al lugar del encuentro y saluda al reportero con la mano derecha, que está deformada, retorcida. Igual la izquierda, con la que trata de apartar la silla para sentarse. No puede controlar las manos...

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