Susan Sontag se contagia de coronavirus

AutorFabrizio Mejía Madrid

Ahora que los medios masivos tratan de vender un imperio patológico con un coronavirus que sólo en el 4% de los casos requiere de hospitalización, pareciera que el estado de excepción, con su soberano teológico que decide por encima de cualquier norma jurídica, se trata de hacer pasar como una forma regular de gobierno. Calderón lo hizo de una forma patética: desplazando militares por el país, acribillando inocentes, mientras sostenía que su poder se basaba en la violencia, cuando su utilización -lo sabemos-es precisamente el signo de la debilidad de un poder. Trató de aprovechar la idea del contagio como una justificación del poder abusivo y extralegal.

A finales de los años setenta Susan Sontag escribió el ensayo clave sobre las afecciones y sus usos culturales, La enfermedad y sus metáforas. El ambiente lo proporciona Muerte en Venecia, de Thomas Mann, que además de ser una novela sobre la estética, lo es también sobre el contagio de una enfermedad estacional, parecida al cólera, que se le oculta a su protagonista, Gustav -vagamente basado en Mahler- para no asustar a los turistas. Su muerte, en la playa, mirando al efebo Tadzio, coincide con la romantización de nuestros anteriores siglos en torno a las enfermedades pulmonares: la tuberculosis que consume el cuerpo a favor del espíritu o de la inteligencia, como en La montaña mágica, y la fiebre como una pasión, y sus alucinaciones como un vehículo de la claridad existencial. La palidez y toser sangre pasaron a la cultura como signos de genialidad, de lo etéreo del espíritu, como en Chopin o Byron.

En el otro extremo, nos aclara Sontag, está el cáncer, que es una metáfora de los sentimientos reprimidos, de la ira contenida, y de la resignación ante su crecimiento. Es lo contrario del contagio: te lo induces a ti mismo, es una falla del carácter.

Lo que ha sucedido a inicios de este siglo XXI es que se hace responsable, como en casi todos los órdenes, al individuo de resultar contagiado. No atendió las medidas de seguridad, estuvo en el país del brote o, más amargamente, es "asiático" o "mexicano". El futbol es el lugar donde se vierten todas nuestras fobias sin consecuencias; todavía recordamos al jugador mexicano amenazando al chileno con escupirle el virus si continuaba con sus comentarios xenófobos durante la Copa Libertadores. Los reportes de acosos escolares a los niños de origen chino en las primarias en Estados Unidos son un signo de cómo el virus no es el virus, sino sus usos...

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