"El Tata" Martino, de los "Leprosos" a la Selección Mexicana

AutorFrancisco Olaso

BUENOS AIRES.- Gerardo Martino empezó desde muy niño en el futbol. Se formó jugando todos los días en un potrero (terreno baldío) del barrio Jorge Cura de la ciudad argentina de Rosario, muchas veces contra muchachos mayores que él, hasta que se hacía de noche y de la casa lo llamaban para cenar, cuenta José Dalonso, autor de El Tata. La biografía del director técnico de la Selección (Editorial Sudamericana, 2015).

"Para un pibe era un grado de libertad muy grande jugar en el potrero, sin la cancha marcada, sin camisetas y sin entrenador. El paso a las divisiones inferiores tampoco fue traumático: el entrenador paraba el equipo y daba sólo dos o tres indicaciones. Era otra forma de entender el juego por completo. Eso se trasuntó en el estilo de Martino como futbolista y en la manera que entendió el balompié como entrenador: no lo transformó en una cuestión dramática", dice Dalonso a Proceso.

En 1974, con 11 años, Gerardo Martino fichó para Newell's Old Boys, los famosos Leprosos, uno de los dos equipos grandes de Rosario. El desafío para los chicos que conseguían dar el salto era pasar del juego en libertad y por mero gusto a competir en torneos con camiseta profesional y árbitro. En ese tránsito lo acompañó Jorge Griffa, formador de jugadores más reconocido en la historia del futbol argentino, quien desde 1972 estuvo a cargo de las fuerzas básicas del Newell's.

"Martino era un jugador con una técnica superlativa. Fisicamente era lento, daba ciertas ventajas, pero mentalmente era muy rápido, con un pensamiento muy claro en lo futbolístico porque además de lo que uno le podía ofrecer hay condiciones naturales que de alguna manera fueron dando vida al jugador que en su momento fue", analiza Griffa para este semanario.

El Tata -como comenzaron a llamarlo, sin que él supiera de dónde proviene el apodo- es el mayor de dos hermanos de una familia conformada por Gerardo Martino, empleado metalúrgico, y Mabel Capi-glioni, docente. En 1977, poco después de comenzar la secundaria, el incipiente jugador se enfrentó a la enorme carga horaria de los entrenamientos.

"En mi cabeza todo era jugar al futbol. Por el lado de mi viejo, también; pero en el caso de mi mamá, que era maestra, había que estudiar y eso no se negociaba", cuenta el protagonista a su biógrafo.

Martino se hizo a la idea de que debía de abandonar el futbol y continuar en el colegio Dante Alighieri. "Un entrenador de divisiones inferiores que confiaba muchísimo en él, Daniel Musante...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR