Tesis doctoral sobre Rockdrigo

AutorRoberto Ponce

En esta Navidad llena de blues, con la cual se anticipa el final de la segunda década del siglo XXI, la tristeza del año por morir obliga a la evocación del trovador rupestre Rockdrigo González, El profeta del Nopal, quien nació un 25 de diciembre hace 70 años en el puerto de Tampico, Tamaulipas.

Suena increíble que la crítica del rock haya omitido reseñar Una poética de la crisis. Aproximación sociocultural a la canción urbana de Rockdrigo González, tesis de doctorado en Teoría de Literatura y Literatura Comparada, defendida desde hace cuatro años por Jesús Nieto Rueda (Salamanca, Guanajuato, 1983) en el Departamento de Filología Española de la Facultad de Filosofía y Letras, Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). La misma consta de cinco capítulos a lo largo de 409 páginas. El también poeta relata:

Rockdrigo es un fantasma que deambula por la Ciudad de México. Mucha gente desconoce al personaje de la estatua en la estación de Metro Balderas, pero raro es aquel que no ha escuchado alguna vez la canción de su autoría que alude a ese espacio, al menos en la versión más difundida, la del Tri. Su muerte en el terremoto del 19 de septiembre de 1985 ha contribuido a hacer del personaje una leyenda. Para Nieto, el proceso de dicha investigación da cuenta del sitio marginal que continúa ocupando el rock en México. Fue por 1998 cuando oyó hablar de El Profeta del Nopal (bautizado Rodrigo Eduardo González Guzmán) tras asistir a la presentación de Tragicomedia mexicana 3, de José Agustín, en la Feria Internacional del Libro en Monterrey, Nuevo León, y leyó lo que escribía el novelista de la onda y autor rockófilo de La tumba y De perfil:

El rock en México cobró un gran impulso en los ochenta con el surgimiento del rock rupestre, un rock pobre, sin recursos, pero mexicanísimo y que expresaba verdaderamente a los jóvenes del país. El principal exponente fue

Rockdrigo González, quien llegó de Tampico para cantar en las calles, metro y autobuses del DF, hasta que encontró una gran respuesta por parte de los chavos, quienes lo convirtieron en su gran héroe cultural.

"Fuereño" -como Rockdrigo-, Jesús Nieto llegó a la capital en el 2000 pero no halló sus discos "en las tiendas más conocidas". Un compañero de la escuela le prestó Aventuras en el D.F. (Discos Pentagrama, 1989) y amigos le dieron a escuchar la docena de rolas del clásico cassette "casero" Hurbanistorias (1983), donde el tam-piqueño plasmó, solo, su Estación del Metro Balderas. Nieto estudió...

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