Aún es tiempo de rectificar

AutorHéctor Tajonar

La ruptura del Pacto por México se produjo por el propio impulso que le dio origen: la lucha por la supervivencia, tanto de liderazgos o intereses partidarios, como de creencias trasnochadas o codicia patrimonialista. Como se esperaba, de un día para otro, lo que fue acuerdo civilizado se tornó contienda sin tregua. En una disputa de mezquindad y engaño, cada partido imputa la culpa al adversario sin asumir la propia.

La polarización ha regresado. Polarización significa radicalismo, irracionalidad, cerrazón; implica el enfrentamiento de dos posiciones irreconciliables y, por lo tanto, la negación de la política concebida como posibilidad de argumentación, diálogo y entendimiento entre el abanico de ideas, creencias e intereses propios de la pluralidad democrática.

El presidente Enrique Peña Nieto enfrenta la que, seguramente, será la decisión más trascendente de su gobierno; su responsabilidad histórica como jefe de Estado exige reflexión y autocrítica. La iniciativa de decreto para reformar los artículos 27 y 28 de la Constitución es un documento bien argumentado, con propuestas valiosas para aumentar la productividad y competitividad de la industria petrolera nacional en un contexto mundial caracterizado por niveles de modernización tecnológica y administrativa que no es posible soslayar.

No obstante, adolece de omisiones y ambigüedades que es necesario subsanar. La responsabilidad de hacerlo está ahora en el Congreso, pero sabemos que el peso del Ejecutivo es determinante para que ello ocurra. La principal omisión es haber eludido el problema de la descomunal corrupción en Pemex y no explicitar las medidas jurídicas y administrativas para evitar que la expoliación petrolera aumente de manera exponencial como resultado de la reforma.

Urge poner fin a la discrecionalidad en el otorgamiento de contratos por asignación directa o licitación amañada -que en Pemex alcanzan más del 80%-, mediante estrictas normas de transparencia, rendición de cuentas, auditoría y sanción a los infractores. Es indispensable incluir en los cambios constitucionales, al igual que en la legislación secundaria, preceptos que garanticen la propiedad de los hidrocarburos en manos de la nación, y que el producto de esa riqueza beneficie a los mexicanos, no a unos cuantos jequecillos en potencia. No se puede tomar en serio una reforma sustentada en la oprobiosa corrupción impune de un liderazgo sindical arropado por una amplia red de com-

En memoria de Nelson Mándela...

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