Tlatelolco: los francotiradores

AutorJulio Scherer García

Después del dos de octubre de 1968, un coro se escuchó en el país para poner en alto las virtudes del presidente Gustavo Díaz Ordaz. A la matanza impune seguiría la burla. En su mejor prosa, los panegiristas del Ejecutivo sostuvieron que había resguardado la paz de la república. Jóvenes de mente oscura habían pretendido llevar al país por los torvos caminos de la violencia, traidores a México. Por suerte se habían topado con un hombre valeroso, un patriota.

Tiempo después, el dos de octubre de 1995, el general y licenciado Alfonso Corona del Rosal desplegó ante la opinión pública la suma de sus recuerdos. Mis memorias políticas, llamó a su autobiografía. Tenía de qué hablar. Regente de la Ciudad de México en el trauma del 68, fue íntimo de Díaz Ordaz. Sus voces se confundían, inseparables la palabra del eco. Como Díaz Ordaz, Corona del Rosal llegó a los extremos y se atrevió con esta frase: "Nunca hubo agresiones injustificadas en el 68".

El 25 de junio de 1976, Corona del Rosal había escrito al general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa en los días que no se olvidan. Le decía que el periodista Joaquín López Dóriga lo había entrevistado a propósito de Tlatelolco. En la brevedad de su carta, Corona del Rosal susurraba a García Barragán que se sumara a los panegiristas del amigo y jefe, el expresidente nacido en Puebla para mal de la república.

Venenoso en la forma, luces opacas en el agua estancada, García Barragán calló para siempre a Corona del Rosal y dejó claro que tarde o temprano -él, García Barragán- descendería al fondo de la tragedia, voz disonante del coro oficial.

Fue el principio de la historia que aquí consta y que la Suprema Corte de Justicia continúa con su exigencia inequívoca: no deberán quedar sin castigo los responsables de la matanza de Tlatelolco. El asunto habrá de llevarlo hasta sus últimas consecuencias la Procuraduría General de la República. Brotan los nombres de los primeros actores, visibles de cuerpo entero en la superficie llana: Echeverría, Gutiérrez Oropeza, aún vivos y ya muertos.

El pasado 24 de marzo tuve en mis manos los documentos y testimonios del que fue secretario de la Defensa Nacional en tiempos del Presidente Díaz Ordaz. El maletín que los contenía, café claro, de piel dura, de llave y combinación, estaba dividido en dos compartimentos. A la izquierda, hojas escritas a máquina y pliegos manuscritos; a la derecha los partes militares del general García Barragán y los informes...

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