¿Todas las mujeres son honestas?

AutorMarta Lamas

Hoy es común encontrar mujeres que se desempeñan con gran honestidad en puestos fundamentales en diversos campos, desde la política y la gestión pública hasta las empresas y la academia. Además de esa virtud, su enorme capacidad de trabajo y su compromiso hacen de ellas piezas fundamentales para el desarrollo de cualquier proyecto. Cientos de experiencias a lo largo del país demuestran la habilidad de muchísimas mujeres para trabajar de manera responsable y destacadamente honesta. Sin embargo, discrepo de la formulación que hizo López Obrador.

Me explico. Soy de la idea de que las anatomías diferentes no producen virtudes distintas. Con esto quiero decir que no hay una esencia femenina que nos haga mejores que los hombres, ni menos corruptas o más honestas. Tampoco hay características humanas exclusivas de un solo sexo. Creo que mujeres y hombres somos iguales como seres humanos, aunque seamos distintos como sexos. Ambos, mujeres y hombres, compartimos los rasgos y las potencialidades, los vicios y las virtudes, de la condición humana.

Sin embargo, se suele creer que mujeres y hombres somos MUY diferentes, en función de las conductas sociales que desarrollamos. ¿Somos realmente tan diferentes? ¿Y a qué se debe esa diferencia, a la biología? Hay quienes alegan que sí, pero otras personas pensamos que son los procesos culturales, con sus mandatos diferenciados (el de la feminidad y el de la masculinidad) los que establecen ciertas diferencias conductuales. Obvio que hay diferencias biológicas, y que la anatomía cuenta para ciertos desempeños, como es posible ver en la mayor fuerza física de los varones.

La anatomía masculina les otorga a la mayoría de los varones una fuerza física superior a la de la mayoría de las mujeres. Sin embargo, hoy lo necesario para ser presidente de la República, ministro de la Suprema Corte o director de un banco no es la fuerza física, sino son capacidades y cualidades de otro tipo, que también tienen las mujeres.

Los vicios y las virtudes no se desprenden de la anatomía, sino que nacen de procesos de otro orden, muchos de ellos derivados del lugar social que se ocupa. Por eso, al haber ocupado históricamente menos responsabilidades públicas, las mujeres que llegan a los puestos suelen llegar menos "contaminadas" de ciertas prácticas nefastas. Que en ciertos espacios haya mujeres menos corruptas o deshonestas que los varones no se debe a que las mujeres, en sí mismas, sean más honestas.

La frase del presidente...

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